Atte: Tu amo, y señor.
El caballero desmonta y entra en la granja, donde encuentra a una dama tan hermosa como un amanecer en el Mediterráneo. Comienza así la seducción.
GRETHA: Uy, pues si yo me encuentro en el campo a un hombre así me desmayo
Maestro látigo: yo te recojo pero no puedo dejar de mirar tus piernas que asoman por el vestido y tu boca entreabierta me tienta
GRETHA: no te preocupes, me quedaré desmayada bastante rato, puedes tocar. En un pajar, en plan polvazo del siglo de oro
Maestro látigo: te deposito suavemente sobre la paja, el vestido se abre por abajo y tus senos pugnan por liberarse, el cuello extendido, los ojos cerrados
GRETHA: los ojos semicerrados, fingiendo, pero te estoy observando
Maestro látigo: y pienso: «Pardiez, que belleza serena, habré de ayuntar con ella, aprovechando lo del siglo de Oro, la perforo»
GRETHA: que maravilla, yo estirando bien el torso, a ver si consigo que se salga una teta del escote, mientras finjo el desmayo
Maestro látigo: qué hermosa estás cuando yaces
GRETHA: más hermosa estoy desnuda
Maestro látigo: acaricio tus tobillos, tus pantorrillas, desechando tela descubro tus muslos torneados
GRETHA: se me abren las piernas con tus caricias
Maestro látigo: con mi daga, hago saltar los botones del vestido desde abajo
GRETHA: uff pues me pone
Maestro látigo: aparto la tela, mis manos se enredan, tras escalar tus muslos, en tus caderas
GRETHA: (¿ya estoy despierta, mi señor?)
Maestro látigo: termino la tarea y, como quien inaugura, abro la tela. Os saludo, dama, os recogí cuando perdisteis el sentido, me presento, podéis llamarme Junger y deseo, como la más alta estima, ser caballero en vuestro servicio.
GRETHA: No puedo articular palabra, estoy tan deseosa de tu cuerpo que te miro y suspiro, mi señor
Maestro látigo: recojo tu pañuelo, lo mojo en un cubo de madera, y os refresco el rostro, el cuello y el pecho, os ofrezco del balde el frescor y de mí, el amor
GRETHA: no sé que me pasa que estoy contenida, pero en verdad deseando que me emputezcas
Maestro látigo: con palabras y mis manos o con mi acero toledano voy a folgar con vos bien temprano
GRETHA: a caballo, mi señor, ponme a cabalgarte
Maestro látigo: primero habéis de liberarme de tanta ropa e impedimenta, las calzas, las medias, la espada
GRETHA: ¿queréis que lo haga como vuestra sirvienta, o con el ansia que me embarga?
Maestro látigo: como os plazca
GRETHA: de todas las formas me place abrir tu ropa, mi señor, y besarte todo el cuerpo, lamerte por todas partes
Maestro látigo: seréis mi dama en el castillo pero voy a montaros como una puta de rastrillo
GRETHA: aaaaaa aaaaamm mmmm me gustaría que me violaras ahora, que no sería violación pero parecido, a la fuerza
Maestro látigo: os beso con ansia, os toco con pasión,
GRETHA: aaasssiiii mi señor
Maestro látigo: os echo en el jergón
GRETHA: sigue
Maestro látigo: separo vuestras piernas de un golpe de mis manos, rasgo vuestra bragas
GRETHA: mojadas
Maestro látigo: cato vuestro sexo
GRETHA: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Maestro látigo: con mi lengua, ¡embeleso!
GRETHA: me cimbreo con tu lengua en mi coño
Maestro látigo: os deshago el moño y os devoro el coño
GRETHA: concéntrate en mi coño, ya agito yo la cabeza para soltar mi pelo, que se que os gusta agarrarlo, mi señor
Maestro látigo: mis labios, mi lengua, toda mi boca recorre ese coño apetitoso que lamo, chupo y mordisqueo
GRETHA: asssiiiiiii
Maestro látigo: froto mi lengua en tu clítoris, chupo vuestros labios vaginales,
GRETHA: así en poco me corres, ya estoy ardiendo
Maestro látigo: mi cabeza entre tus piernas, agarrado a tus nalgas, levanto los ojos para miraros a la cara
GRETHA: quisiera corresponder con lo mismo, si me da la vuelta, mi señor, podré chuparle la polla y agarrarle bien de los huevos
Maestro látigo: sin dejar de chupar, lamer y frotar, meto un dedo en vuestra vagina, perforando
GRETHA: mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
GRETHA: (lo estoy haciendo)
Maestro látigo: me giro, y pongo mi sexo ante tus rostro, vuelvo a hundir mi cara en tu sexo que lamo, lo recorro con la lengua e introduzco dos dedos para masturbarte sin dejar de atender a tu botón del placer
GRETHA: aaaayyyyyyy que gussto, te chupo la polla con muchas ganas
Maestro látigo: crece en tu boca, se endurece
GRETHA: mmmmmmmmmmmmmm me encaaaantaaaa assssiiiiiii aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay
Maestro látigo: voy a devorarte el coño hasta que te corras en mi boca agarrado a tus muslos, sin descanso
GRETHA: lo mismo te digo, mi señor, voy a devorarte la polla a chuparte los cojones hasta que estallemos los dos de placer. Pon un aldeano o aldeana en la escena, que quiero ver arder al mundo entero por nuestro gozo
Maestro látigo: saboreo tu sexo, tu olor a hembra me impregna
GRETHA: (me estoy masturbando, me pones a mil)
Maestro látigo: una pareja de granjeros acude al ruido y nos mira, escondidos y sorprendidos, no interrumpen porque nuestras ropas son de principal
GRETHA: ssssssssiiiiiii
Maestro látigo: él se acaricia por encima de las ropas, ella mete una mano en su escote y yo grito: adoro comerte el coño, voy a devorarlo
GRETHA: y yo me retuerzo de placer con tu lengua y con tu polla en mi boca, la agito con mi mano, la rechupeteo muy perramente
Maestro látigo: hundo la lengua en tu vagina, la hago girar, la saco y la meto, recorriendo tus paredes, juego con un dedo en tu culo, haciendo círculos
GRETHA: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Maestro látigo: con la barbilla froto tu clítoris
GRETHA: voy a correrme en tu boca y después te ruego que me folles
Maestro látigo: el granjero pone a la granjera a cuatro patas y la monta
GRETHA: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Maestro látigo: la mujer con el culo en pompa dos agujeros presenta para que el cipote elija el que más le convenga
GRETHA: me gusta verlos follando, me calienta más si cabe
Maestro látigo: córrete para mí, córrete para mí y luego cabálgame
GRETHA: amor estoy a punto
Maestro látigo: el granjero azota el culo de su pareja, la perfora y la hace gritar. Mi hembra, te digo, derrama en mi boca tu néctar
GRETHA: me cooorrro en tu boca mi señor me corrooo me coooorrro aaaaaaaaa aaaaaaa aaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaa
Maestro látigo: noto tu orgasmo en mi polla dentro de tu boca
GRETHA: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa mi amo
Maestro látigo: te follo la boca sin dejar de masturbarte con mi lengua, muerdo tus labios vaginales con mi boca
GRETHA: como me gusta, te la chupo sin parar
Maestro látigo: ahora pone de pie y móntame, cabalga uncida a mi polla
GRETHA: SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII TODA TU POLLA DENTRO DE MI, PERFORÁNDOME AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYY
Maestro látigo: tus caderas rodean mi cintura, mi mano en tu clítoris, la otra magreando tus tetas, ya no hay suavidad, sólo deseo brutal y eterno, uso mis piernas para invadirte con fuerza
GRETHA: ooooooommmm me muero de gusto
Maestro látigo: te cojo del pelo para que agaches la cabeza y te beso
GRETHA: cariño pon a la granjera a chuparte los huevos mientras te monto
Maestro látigo: tú, zagala, dame servicio en los cojones con tu boca
GRETHA: te beso locamente, con ansia de tu boca
Maestro látigo: te sigo follando, la granjera me chupa los huevos, mi polla te embiste y te hace saltar sobre mí, voy de tus tetas a tu clítoris
GRETHA: mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm
Maestro látigo: el granjero se acerca y se pajea mirándonos
GRETHA: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Maestro látigo: fóllate a tu hembra sin que deje de comerme los huevos, rufián
GRETHA: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa que escena tan placentera, te cabalgo aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Maestro látigo: yo boca arriba, tu sentada y empalada a mi polla, la zagala chupándome los huevos y el rústico follándosela
GRETHA: sssssssssssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Maestro látigo: los caballos del establo huelen el sexo y se montan entre ellos. Mi hembra, mi amada, te quiero sometida a mi lascivia por ti
GRETHA: me voy a correr otra veeez mi señooooooooooooor
Maestro látigo: aprieta tu coño, aprisiona mi verga, extrae de ella el semen, voy a inundarte hasta que la leche de deslice desde tu coño a tus muslos, me semi incorporo y te como la tetas, atropo tus pezones, embisto
GRETHA: <Multimedia omitido>
Maestro látigo: granjera, cómele el culo a mi dama, presto
GRETHA: me desmayo que gusto cariño ayyyyyy
Maestro látigo: no sabes cuánto me gusta oirte correrte, me pone mucho
GRETHA: ay que escena pastoral tan brutal, como me ha gustado, estoy sin aliento, sigo tocándome
Maestro látigo: salgo de debajo de ti, la granjera sigue comiéndote el culo y el sexo, yo llevo mi polla entre tus pechos
GRETHA: abro la boca para recibir tu leche
Maestro látigo: Cañonazos de semen caliente, los huevos rozando tus pechos, mi semen en tus labios, en tu boca
GRETHA: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Maestro látigo: la granjera se corre con su lengua en tu culo
GRETHA: mientras te chupo todo lo que queda en tu polla, succiono y yo me corro con la lengua de la granjera en mi culo y tu polla en mi boca aaaaa aaaaaaaaaaa aaaaaaa aaaaaaaa mi señor, te adoro, me matas de gusto
Maestro látigo: me pones como un animal en celo
GRETHA: y tú a mi aaaaayyyyyy
GRETHA: contrata a la granjera, mi señor, nos servirá más tarde, que quiero ver cómo te la follas y ser yo quien te chupe los cojones, me emputeces de una manera...
Maestro látigo: Ato a la granjera a una viga de madera y la azoto con mi látigo mientras el rústico la masturba, un entremés para que te recuperes
GRETHA: Me has hecho gozar mucho
Asteria {mi señor}
Sólo tú sabes cómo excitarme. Sólo tú sabes qué me gusta. Sólo tú sabes cómo hacerme perder el control. Sólo tú sabes qué hace revolverme en el placer. Sólo tú me haces llegar al clímax. Sólo tú puedes hacerme mezclar sentimiento con carne. Sólo tú sabes qué palabras me excitan. Sólo tú sabes qué espero.
Sólo tú conoces mis secretos. Sólo tú conoces mis deseos más ocultos. Sólo tú conoces mis más profundos defectos. Sólo tú sabes sacar las mayores de mis virtudes. Sólo tú me das confianza. Sólo tú me la puedes quitar.
Sólo tú me sabes domar. Sólo tú me sabes controlar. Sólo tú sabes abrirme o cerrarme. Sólo tú tienes el poder.
Sólo tú. Tú.
Ese primer día fue más brutal y a la vez más deseable. Yo
sólo tenía una dirección a la que acudir, no sabía más. Era un local sin
cartel, sin evidencia de ningún negocio y con todas las persianas bajadas,
tenía que llamar a la puerta del bajo que sin embargo era una puerta de madera,
hogareña, que desentonaba al estar comunicada con las persianas industriales.
Cuando llamé una mujer madura me saludó cortésmente y me indicó el camino que
debía seguir, caminé por un pasillo oscuro hasta que me encontré con un hombre
desconocido que me condujo a una sala no muy grande donde desnudó mi cuerpo
tenso, me ordenó con ternura que me postrase con las piernas abiertas y con los
brazos detrás de la espalda cogiéndome los codos. Yo obedecí y él se marchó con
mi libertad en sus manos, mi ropa. Postrada y erguida pero con la cabeza gacha
estaba yo cuando mi señor entró, el corazón era incapaz de latir y los pulmones
aguantaban cuanto podían el oxígeno en el cuerpo. Esta vez sí que tuve valor
para alzar la mirada a su rostro, tenía miedo pero tenía curiosidad, al verle
con una sonrisa en la boca mi cuerpo tomó vida, el corazón latía a máxima
velocidad, mis extremidades estaban frías pero mi sexo, mis senos y mi rostro
hervían, me costó trabajo controlar mi respiración y volví a agachar la cabeza.
Cuando me hube calmado un poco, instintivamente me incliné con los brazos
estirados, apoyando las palmas y la frente en el suelo. Esta primera vez fue la
más demoledora y la más ilusionante.
Me sentí avergonzada, aterrorizada al descubrir mi maestro mi impúdico secreto, pero reaccioné de la única manera posible frente un macho como él, grande y fuerte: me di la vuelta, y mirándole con ojos turbios... qué hermosos labios tiene, mmmmmmmm, que delicia sus piernas fuertes y esbeltas, encendida de pasión le dije: “fóllame, mi señor, fóllame, maestro”. Entonces de un solo zarandeo me subió a sus muslos dejando mi culo en pompa y comenzó a azotarme con la mano muy fuertemente. Unas veces su mano caía sobre el nacimiento de mis nalgas, otras sus dedos alcanzaban mi húmedo y tembloroso coño como pequeños latigazos.
_ ¿Qué es todo esto, esclava? Cuéntame tus fantasías ahora mismo! – y lanzaba su mano contra mis nalgas dejando dolorosas marcas
_ ¡Ay, amo, siiiigueee, no pares... maestro!
_ ¿Qué estabas imaginando? Cuéntamelo ahora mismo!
_ El toooro, mi señor, ayyyyy, maestro, aaamoooo – me ardían las nalgas, pero deseaba aquel castigo. Con cada azote mi coño jugoso rebotaba sobre su muslo. Yo me retorcía cual furcia gozosa restregándome contra él. Junger se puso de pie y me hizo caer al suelo. Me arrastré hasta sus piernas, me agarró del pelo y me dio un bofetón, pero yo no podía parar ni siquiera por el dolor, estaba poseída de un frenesí, deseaba al amo más que nada en el mundo. El toro era el maestro, joder, era él. Me agarró de las axilas y me puso en pie, metió su mano derecha entre mis piernas para luego mostrármela mojada.
_ Tienes el coño palpitando, zorra – sus ojos estaban encendidos, me tiró de un empujón en la cama – ¡Mastúrbate, esclava, enséñamelo bien abierto! Lo hice. Jadeaba mientras imploraba que me montara.
Se quitó el bañador, que era la única pieza de ropa que llevaba, dejando su erecta polla al aire. Sujetó mis tobillos con fuerza alzando mis piernas de golpe. Fue tirando de ellos hasta tener mi sexo a la altura de su boca y empezó a mordisquearlo y a lamerlo entre gruñidos, saboreándolo. Yo estaba enloquecida de placer, por dos veces llegué al orgasmo con la lengua y los dedos del maestro entrando y saliendo rápido de mi sexo. Luego él volvió a tirar de mis piernas para acercar mi cuerpo al suyo, y a horcajadas, agarrándome por las caderas me penetró vigorosamente, a lo bestia. Sus huevos chocaban contra mis heridas nalgas, su polla me reventaba por dentro a cada embestida, quemando como una brasa. Cuando noté el temblor de su orgasmo, y su semen corrió por mis entrañas como un río caliente, una ola de placer me subió del sexo a la garganta atravesándome toda. Grité. Me agarré fuerte a sus nalgas para extraer con las convulsiones de mi coño hasta la última gota de su semen, que luego chorreó largamente por mi raja cuando ya reposaba en la cama, tan satisfecha. Él estaba empapado de sudor. Se tiró boca arriba con las piernas abiertas y los brazos extendidos.
Cuando recuperó el aliento, me pasó el brazo por detrás de la cabeza y me atrajo hacia él. El vello de su pecho me hacía cosquillas en la cara. Aspire el penetrante olor a macho que desprendía, mis fosas nasales se abrieron para ser inundadas por esa delicia de hormonas. En sus brazos me sentía en la gloria, tan tierna, tan amada, amando tanto
_ Maestro– susurré
Esclava Arkadia: Te miro con tranquilidad, noto que mis pezones se endurecen, me cosquillean los labios de abajo.
Señor: me recuesto y me bajo los pantalones para liberar mi sexo, agarro mis huevos con una mano y con la otra empiezo a frotarme pasando el pulgar por la punta y por el frenillo.
Esclava Arkadia: se me abre la boca que la tengo llena de saliva, esperaba ese momento, poder verte la verga; un escalofrío me recorre la espalda y con una mano me acaricio la barriga y me abrazo a mi misma yo.
Señor: doy la vuelta y me pongo boca abajo, me sujeto con los brazos sobre el sofá para aumentar la presión y froto mi polla entre el sofá y mi cuerpo, despacio, muy despacio.
Esclava Arkadia: Deseo ir hacia tu cuerpo, inclinarme, besarte una vez en la nalga, inclinarme más y lamer tus testículos, pasar la lengua entre los cachetes y morderte. Pero me quedo donde estoy, instintivamente al imaginar mi lengua un dedo se me ha escurrido entre mi sexo.
Señor: giro y miro al frutero, cojo una sandía y, con un cuchillo, le practico una abertura que quiere ser redonda. Boca arriba, con las piernas recogidas, meto mi polla por el agujero de la sandía, húmeda, y comienzo a follarla sujetándola con una mano mientras la otra recorre mi vientre y mi pecho. Ahora la agarro con las dos manos y la embisto mientras mis manos la empujan arriba y abajo, mis ojos miran tu cuerpo mientras siento el líquido de la fruta resbalar por mi verga y mis testículos, paso la lengua por mis labios, mis caderas se agitan cadenciosas, mi culo se eleva.
Esclava Arkadia: Abro la boca, rozo mis pechos, chupo el dedo impregnado de mis fluidos. Me pellizco los pezones y abro las piernas, te contemplo, me muerdo el labio, quiero ir a ti pero me reprimo también reprimo el placer más allá de rozarme para tentarme.
Señor: abandono la fruta y me pongo de pie, mis dos manos recorren mi sexo impregnado del zumo de la sandía, mis brazos se tensan, mis manos aprietan mi verga y la hacen crecer y brillar, mis ojos se entornan.
Esclava Arkadia: “Ojalá viniese a por mi” pienso mientras aguanto la respiración
Señor: digo tu nombre, te ordeno que te arrodilles ante mí.
Esclava Arkadia: termino de abrir la puerta despacio, avergonzada, te miro a los ojos, me pongo de rodillas sosteniendo la mirada, apoyo las manos en el suelo mientras me miras, avanzo a cuatro patas esta vez con los ojos fijos en tu polla.
Señor: detengo tu avance con una mano, pego mi pie a tu sexo, y sigo masturbándome mirándote fijamente a los ojos. De tarde en tarde, como por descuido, mi falo roza tu cara, miro recorriendo tu cuerpo con los ojos, mis dedos abren tu boca, estoy llegando al paroxismo.
Esclava Arkadia: con mucho esfuerzo y un nudo en la garganta te desafío, me quedo impasible, aunque obedezco estoy enfadada.
Señor: recojo el cinturón y te azoto mientras continuó masturbándome, mi verga está a dos centímetros de tu hermosa faz.
Esclava Arkadia: ahogo cualquier quejido como puedo.
Señor: grito tu nombre, me vierto en tu cara, en tus pechos.
Esclava Arkadia: abro la boca, recibo lo que caiga, cuando deja de llover te miro.
Señor: entonces me tumbo a tu lado pero al revés y mi boca se abre camino entre tus muslos, mi lengua saluda a tu clítoris antes de bucear en tu coño, mordisqueo tus labios vaginales a la par.
Esclava Arkadia: gimo, no puedo evitar gemir, mis caderas se mueven poco a poco.
Señor: mis manos aprisionan tus nalgas para acercarte más, abrirte más y mi lengua camina en todo tu sexo, cojo el clítoris con los labios y lo chupo, mi lengua lame todo tu sexo.
Esclava Arkadia: “muérdeme, mi señor” te digo.
Señor: meto dos dedos en tu cuerpo, uno en tu coño, otro en tu ano y mi lengua gira y golpea tu botón mágico, bombeo con mis manos en tu interior.
Esclava Arkadia: me estremezco, me muevo a tu ritmo, quiero sentirlo todo, lleno, hondo.
Señor: mis dedos describen círculos en tu coño, otro profundiza en tu culo, mi lengua abrasa tu monte de Venus mientras mi falo golpea tu rostro, con el dedo corazón acaricio la pared frontal de tu vagina.
Esclava Arkadia: lamo, lamo allá donde alcanzo, deseo que me tomes y que lo hagas fuerte pero despacio.
Señor: el pulgar entra y sale de tu culo apretado.
Esclava Arkadia: estoy en un punto crítico, quiero que me folles pero no quiero que pares.
Señor: mi verga resucita en tu boca, me tumbo y te ordeno que te sientes sobre mi polla de espaldas a mi
Esclava Arkadia: la animo con la lengua, aprieto los labios.
Señor: llevo el ritmo agitando tus caderas, buscando tus tetas, magreándolas, torturando tus pezones, empujándote por los hombros para entrar más en ti.
Esclava Arkadia: me sujeto a mis caderas.
Señor: te sujeto del pelo para hacerte girar la cabeza.
Esclava Arkadia: abro la boca, quiero besarte y que me penetres con la lengua.
Señor: azoto tus nalgas con mis manos antes de ordenarte que gires, de rodillas nos abrazamos, te beso con fuerza, con ganas, antes de empujarte y quedas boca arriba y vuelvo a penetrarte metiéndotela despacio y con fuerza agarro tus tetas, te beso, aprieto tu cuello, te abofeteo suavemente sin apartar mis ojos de los tuyos, muerdo tus labios.
Esclava Arkadia: no sé si gimo o si grito, estoy al límite.
Señor: busco tu lengua con la mía, mi cuerpo se funde con el tuyo en las caderas, mi falo en tu vagina entra y sale ansioso, te sujeto de las muñecas.
Esclava Arkadia: el baile de lenguas me hace sujetarte la cabeza para que no te vayas, mis caderas ayudan a tu ritmo.
Señor: ato tus manos a la pata de la mesa y mordisqueo tu cuerpo sin dejar de cabalgarte, te ordeno que saques la lengua y la lamo, la chupo, la succiono.
Esclava Arkadia: quiero sufrir una larga agonía, que no me dejes llegar hasta que no aguante más…
Señor: hago que la base de mi polla al entrar y salir roce tu clítoris, cuando te veo a punto de llegar, te abofeteo sin dejar de follarte, mis manos van de tus nalgas a tu pelo, a través de tus caderas, de tu vientre, de tus senos.
Esclava Arkadia: me desconciertas, me vuelves loca.
Señor: muerdo tus hombros, lamo tu cuello, succiono tus pezones, los rozo con los dientes.
Esclava Arkadia: te pido más, mis caderas se mueven más rápido, mi boca se abre.
Señor: levanto tus piernas y paso mis hombros bajo ellas ahora estás tumbada pero te follo arrodillado, pellizco tus nalgas, afianzo tus caderas.
Esclava Arkadia: intento escapar de los pellizcos.
Señor: te grito la lujuria que me invade, saco la polla y aporreo con ella tu sexo, vuelvo a meterla pero ahora te sodomizo.
Esclava Arkadia: voy a reventar, me hierve tu calor.
Señor: mientras meto dos dedos en tu coño y se retuercen vibrantes en él.
Esclava Arkadia: me cuesta respirar, estoy acelerada.
Señor: meto la otra mano en tu boca.
Esclava Arkadia: mi piel te pide a gritos.
Señor: los dedos húmedos relevan a los anteriores en tu sexo, me acelera sentir el choque de mis huevos contra tu cuerpo.
Esclava Arkadia: a mi me encanta, me pone, me dan ganas de comérmelos.
Señor: libero tus manos y vuelvo a follarte, abrazado a tí, sujetando tu cabeza, tirando de tu adorable pelo, el ritmo crece imparable.
Esclava Arkadia: te susurro que estoy a punto de correrme, que quiero correrme.
Señor: te beso, lamo tu cara, muerdo tu cuello, tus orejas, te susurro en ellas mi deseo, todo lo que haremos esta noche y cuando amanezca la fuerza de mis embistes te arrastra por el suelo.
Esclava Arkadia: te susurro que te quiero, mi señor, mientras el orgasmo llena mi boca y engordan las palabras.
Señor: al escucharte me vierto de nuevo, en tu interior, una explosión de dicha, te beso mientras continuo, quiero beber tu orgasmo.
Esclava Arkadia: se me humedecen los ojos, no lloro, estoy emocionada, soy feliz.
Señor: te miro fijamente a ellos mientras sigo haciéndote mía.
Esclava Arkadia: me encanta que sigas, soy tuya, disfruto con la fricción, le da un gusto más agradable al orgasmo, lo hace más largote beso por todos los sitios que alcanzo de tu cuerpo, te huelo y te aprieto, me aprieto a ti.
Señor: me tiendo a tu lado feliz, te miro expresando mi deseo: haz lo que quieras con mi cuerpo.
Esclava Arkadia: me pongo de costado, te acaricio el pecho con la nariz, te hago cosquillas en la cara con mi pelo.
Señor: me hace sonreir.
Esclava Arkadia: recorro tu torso con mi mano abierta, rozo tu vientre con la yema de los dedos, abro la palma para atrapar tu muslo, te beso la barriga, te miro los ojos, te miro la boca y te beso los ojos y la boca.
Decido vivir libremente mi sexualidad sin ninguna limitación o prejuicio, eliminando cualquier rastro de timidez o pudor con el objetivo único de proporcionar placer a mi Amo.
Por tanto, me comprometo a:
Con el deseo de convertirme en tu perra, tu hembra, tu puta, tu esclava, suscribo este compromiso ajustándome tu collar.
Arkadia {mi señor}
Comparezco ante ti con la cabeza gacha y con ojos implorantes de castigo. He tenido miedo y he escapado, en esta era lamentablemente es muy fácil hacerlo para los cobardes, y yo lo soy. También es cierto que hay que ser valiente para volver sobre los propios pasos y agachar la cabeza cuando corresponde, como es en este momento mi caso.
Mis miedos pasan por caminar sola y libremente, mi miedo es equivocarme y que no haya quien me diga que lo he hecho mal, mi miedo es que no haya nadie a quien le sean indiferentes mis tareas y me obligue así a trabajar con rabia y con ahínco para en algún momento destacar por el verdadero esfuerzo. Mi miedo en definitiva, soy yo en soledad; otro de mis miedos y a la vez de mis pasiones es cambiar.
Maestro, a menudo me pregunto si sirvo para algo o si por el contrario sólo es que no quiero servir para nada. También podemos imaginar que en esos mundos sueñan con un mundo como el nuestro. Maestro, por imaginar también puedo fantasear con alguien que tape los huecos de mis miedos y que me haga sentirme un poco más agradecida de tener los pies sobre la Tierra. Quiero mucho a quienes me rodean, pero ellos no saben hacerme sentir agradecida, no por falta de esfuerzos sino porque yo no soy como ellos, no les culpo. Soy tuya, ahora lo sé.
Maestro, he pensado mucho, te admiro aunque siento que apenas te conozco, te tengo miedo por desconocimiento, te quiero por aquello que me has mostrado y te respeto por lo que sé y por lo que no sé. Ahora me arrodillo ante ti y te ofrezco mis muñecas para que me tomes como esclava, porque en dos meses me has sometido sin una sola palabra, tómame y átame fuerte porque no quiero poder escapar. No me creo digna y mucho menos capaz, pero espero que la fortuna me sonría.
Hoy me someto a la voluntad de mi Señor, con fe en lo que me es desconocido y con la confianza de que va a hacer de mí mejor persona. A pesar del miedo, a pesar del orgullo de una niña caprichosa, se me puede observar a los pies de mi amo. Y es él y no otro porque cumple todas las características que admiro y deseo para mi, tiene un carácter fuerte y firme con el que quedas embelesada porque riega cada una de sus palabras con amor y convicción; explorador nato de conocimientos, territorios y experiencias. Así lo veo yo.
Me gustaría poder decir que todo aquello que me mande lo voy a acoger con alegría y devoción, lo que creo es que acabo de adquirir unas obligaciones que en muchos casos no quisiera hacerlas porque “no van conmigo”, pero las cumpliré porque son su voluntad y él tiene la obligación de saber qué es lo mejor para mi; entonces, después de realizarlas es cuando sentiré la alegría, alegría de haber satisfecho a mi Señor y alegría propia de haber superado un obstáculo. Y poco a poco iré levantando la cabeza para poder mirarme al espejo y no quedar espantada, y si algún día a mi amo le place, podré ser dueña de mi misma con la tranquilidad de saber que mi amo me ha enseñado a no hacerme daño propio.
Debo postrarme, es mi primera obligación y tengo inquina, aunque no la puedo razonar. Lo hago, por amor a él y por amor a mi.
Maestro, mi Señor.
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