Asteria {mi señor}
Sólo tú sabes cómo excitarme. Sólo tú sabes qué me gusta. Sólo tú sabes cómo hacerme perder el control. Sólo tú sabes qué hace revolverme en el placer. Sólo tú me haces llegar al clímax. Sólo tú puedes hacerme mezclar sentimiento con carne. Sólo tú sabes qué palabras me excitan. Sólo tú sabes qué espero.
Sólo tú conoces mis secretos. Sólo tú conoces mis deseos más ocultos. Sólo tú conoces mis más profundos defectos. Sólo tú sabes sacar las mayores de mis virtudes. Sólo tú me das confianza. Sólo tú me la puedes quitar.
Sólo tú me sabes domar. Sólo tú me sabes controlar. Sólo tú sabes abrirme o cerrarme. Sólo tú tienes el poder.
Sólo tú. Tú.
Esclava Arkadia: Te miro con tranquilidad, noto que mis pezones se endurecen, me cosquillean los labios de abajo.
Señor: me recuesto y me bajo los pantalones para liberar mi sexo, agarro mis huevos con una mano y con la otra empiezo a frotarme pasando el pulgar por la punta y por el frenillo.
Esclava Arkadia: se me abre la boca que la tengo llena de saliva, esperaba ese momento, poder verte la verga; un escalofrío me recorre la espalda y con una mano me acaricio la barriga y me abrazo a mi misma yo.
Señor: doy la vuelta y me pongo boca abajo, me sujeto con los brazos sobre el sofá para aumentar la presión y froto mi polla entre el sofá y mi cuerpo, despacio, muy despacio.
Esclava Arkadia: Deseo ir hacia tu cuerpo, inclinarme, besarte una vez en la nalga, inclinarme más y lamer tus testículos, pasar la lengua entre los cachetes y morderte. Pero me quedo donde estoy, instintivamente al imaginar mi lengua un dedo se me ha escurrido entre mi sexo.
Señor: giro y miro al frutero, cojo una sandía y, con un cuchillo, le practico una abertura que quiere ser redonda. Boca arriba, con las piernas recogidas, meto mi polla por el agujero de la sandía, húmeda, y comienzo a follarla sujetándola con una mano mientras la otra recorre mi vientre y mi pecho. Ahora la agarro con las dos manos y la embisto mientras mis manos la empujan arriba y abajo, mis ojos miran tu cuerpo mientras siento el líquido de la fruta resbalar por mi verga y mis testículos, paso la lengua por mis labios, mis caderas se agitan cadenciosas, mi culo se eleva.
Esclava Arkadia: Abro la boca, rozo mis pechos, chupo el dedo impregnado de mis fluidos. Me pellizco los pezones y abro las piernas, te contemplo, me muerdo el labio, quiero ir a ti pero me reprimo también reprimo el placer más allá de rozarme para tentarme.
Señor: abandono la fruta y me pongo de pie, mis dos manos recorren mi sexo impregnado del zumo de la sandía, mis brazos se tensan, mis manos aprietan mi verga y la hacen crecer y brillar, mis ojos se entornan.
Esclava Arkadia: “Ojalá viniese a por mi” pienso mientras aguanto la respiración
Señor: digo tu nombre, te ordeno que te arrodilles ante mí.
Esclava Arkadia: termino de abrir la puerta despacio, avergonzada, te miro a los ojos, me pongo de rodillas sosteniendo la mirada, apoyo las manos en el suelo mientras me miras, avanzo a cuatro patas esta vez con los ojos fijos en tu polla.
Señor: detengo tu avance con una mano, pego mi pie a tu sexo, y sigo masturbándome mirándote fijamente a los ojos. De tarde en tarde, como por descuido, mi falo roza tu cara, miro recorriendo tu cuerpo con los ojos, mis dedos abren tu boca, estoy llegando al paroxismo.
Esclava Arkadia: con mucho esfuerzo y un nudo en la garganta te desafío, me quedo impasible, aunque obedezco estoy enfadada.
Señor: recojo el cinturón y te azoto mientras continuó masturbándome, mi verga está a dos centímetros de tu hermosa faz.
Esclava Arkadia: ahogo cualquier quejido como puedo.
Señor: grito tu nombre, me vierto en tu cara, en tus pechos.
Esclava Arkadia: abro la boca, recibo lo que caiga, cuando deja de llover te miro.
Señor: entonces me tumbo a tu lado pero al revés y mi boca se abre camino entre tus muslos, mi lengua saluda a tu clítoris antes de bucear en tu coño, mordisqueo tus labios vaginales a la par.
Esclava Arkadia: gimo, no puedo evitar gemir, mis caderas se mueven poco a poco.
Señor: mis manos aprisionan tus nalgas para acercarte más, abrirte más y mi lengua camina en todo tu sexo, cojo el clítoris con los labios y lo chupo, mi lengua lame todo tu sexo.
Esclava Arkadia: “muérdeme, mi señor” te digo.
Señor: meto dos dedos en tu cuerpo, uno en tu coño, otro en tu ano y mi lengua gira y golpea tu botón mágico, bombeo con mis manos en tu interior.
Esclava Arkadia: me estremezco, me muevo a tu ritmo, quiero sentirlo todo, lleno, hondo.
Señor: mis dedos describen círculos en tu coño, otro profundiza en tu culo, mi lengua abrasa tu monte de Venus mientras mi falo golpea tu rostro, con el dedo corazón acaricio la pared frontal de tu vagina.
Esclava Arkadia: lamo, lamo allá donde alcanzo, deseo que me tomes y que lo hagas fuerte pero despacio.
Señor: el pulgar entra y sale de tu culo apretado.
Esclava Arkadia: estoy en un punto crítico, quiero que me folles pero no quiero que pares.
Señor: mi verga resucita en tu boca, me tumbo y te ordeno que te sientes sobre mi polla de espaldas a mi
Esclava Arkadia: la animo con la lengua, aprieto los labios.
Señor: llevo el ritmo agitando tus caderas, buscando tus tetas, magreándolas, torturando tus pezones, empujándote por los hombros para entrar más en ti.
Esclava Arkadia: me sujeto a mis caderas.
Señor: te sujeto del pelo para hacerte girar la cabeza.
Esclava Arkadia: abro la boca, quiero besarte y que me penetres con la lengua.
Señor: azoto tus nalgas con mis manos antes de ordenarte que gires, de rodillas nos abrazamos, te beso con fuerza, con ganas, antes de empujarte y quedas boca arriba y vuelvo a penetrarte metiéndotela despacio y con fuerza agarro tus tetas, te beso, aprieto tu cuello, te abofeteo suavemente sin apartar mis ojos de los tuyos, muerdo tus labios.
Esclava Arkadia: no sé si gimo o si grito, estoy al límite.
Señor: busco tu lengua con la mía, mi cuerpo se funde con el tuyo en las caderas, mi falo en tu vagina entra y sale ansioso, te sujeto de las muñecas.
Esclava Arkadia: el baile de lenguas me hace sujetarte la cabeza para que no te vayas, mis caderas ayudan a tu ritmo.
Señor: ato tus manos a la pata de la mesa y mordisqueo tu cuerpo sin dejar de cabalgarte, te ordeno que saques la lengua y la lamo, la chupo, la succiono.
Esclava Arkadia: quiero sufrir una larga agonía, que no me dejes llegar hasta que no aguante más…
Señor: hago que la base de mi polla al entrar y salir roce tu clítoris, cuando te veo a punto de llegar, te abofeteo sin dejar de follarte, mis manos van de tus nalgas a tu pelo, a través de tus caderas, de tu vientre, de tus senos.
Esclava Arkadia: me desconciertas, me vuelves loca.
Señor: muerdo tus hombros, lamo tu cuello, succiono tus pezones, los rozo con los dientes.
Esclava Arkadia: te pido más, mis caderas se mueven más rápido, mi boca se abre.
Señor: levanto tus piernas y paso mis hombros bajo ellas ahora estás tumbada pero te follo arrodillado, pellizco tus nalgas, afianzo tus caderas.
Esclava Arkadia: intento escapar de los pellizcos.
Señor: te grito la lujuria que me invade, saco la polla y aporreo con ella tu sexo, vuelvo a meterla pero ahora te sodomizo.
Esclava Arkadia: voy a reventar, me hierve tu calor.
Señor: mientras meto dos dedos en tu coño y se retuercen vibrantes en él.
Esclava Arkadia: me cuesta respirar, estoy acelerada.
Señor: meto la otra mano en tu boca.
Esclava Arkadia: mi piel te pide a gritos.
Señor: los dedos húmedos relevan a los anteriores en tu sexo, me acelera sentir el choque de mis huevos contra tu cuerpo.
Esclava Arkadia: a mi me encanta, me pone, me dan ganas de comérmelos.
Señor: libero tus manos y vuelvo a follarte, abrazado a tí, sujetando tu cabeza, tirando de tu adorable pelo, el ritmo crece imparable.
Esclava Arkadia: te susurro que estoy a punto de correrme, que quiero correrme.
Señor: te beso, lamo tu cara, muerdo tu cuello, tus orejas, te susurro en ellas mi deseo, todo lo que haremos esta noche y cuando amanezca la fuerza de mis embistes te arrastra por el suelo.
Esclava Arkadia: te susurro que te quiero, mi señor, mientras el orgasmo llena mi boca y engordan las palabras.
Señor: al escucharte me vierto de nuevo, en tu interior, una explosión de dicha, te beso mientras continuo, quiero beber tu orgasmo.
Esclava Arkadia: se me humedecen los ojos, no lloro, estoy emocionada, soy feliz.
Señor: te miro fijamente a ellos mientras sigo haciéndote mía.
Esclava Arkadia: me encanta que sigas, soy tuya, disfruto con la fricción, le da un gusto más agradable al orgasmo, lo hace más largote beso por todos los sitios que alcanzo de tu cuerpo, te huelo y te aprieto, me aprieto a ti.
Señor: me tiendo a tu lado feliz, te miro expresando mi deseo: haz lo que quieras con mi cuerpo.
Esclava Arkadia: me pongo de costado, te acaricio el pecho con la nariz, te hago cosquillas en la cara con mi pelo.
Señor: me hace sonreir.
Esclava Arkadia: recorro tu torso con mi mano abierta, rozo tu vientre con la yema de los dedos, abro la palma para atrapar tu muslo, te beso la barriga, te miro los ojos, te miro la boca y te beso los ojos y la boca.
Arkadia {mi señor}
Comparezco ante ti con la cabeza gacha y con ojos implorantes de castigo. He tenido miedo y he escapado, en esta era lamentablemente es muy fácil hacerlo para los cobardes, y yo lo soy. También es cierto que hay que ser valiente para volver sobre los propios pasos y agachar la cabeza cuando corresponde, como es en este momento mi caso.
Mis miedos pasan por caminar sola y libremente, mi miedo es equivocarme y que no haya quien me diga que lo he hecho mal, mi miedo es que no haya nadie a quien le sean indiferentes mis tareas y me obligue así a trabajar con rabia y con ahínco para en algún momento destacar por el verdadero esfuerzo. Mi miedo en definitiva, soy yo en soledad; otro de mis miedos y a la vez de mis pasiones es cambiar.
Maestro, a menudo me pregunto si sirvo para algo o si por el contrario sólo es que no quiero servir para nada. También podemos imaginar que en esos mundos sueñan con un mundo como el nuestro. Maestro, por imaginar también puedo fantasear con alguien que tape los huecos de mis miedos y que me haga sentirme un poco más agradecida de tener los pies sobre la Tierra. Quiero mucho a quienes me rodean, pero ellos no saben hacerme sentir agradecida, no por falta de esfuerzos sino porque yo no soy como ellos, no les culpo. Soy tuya, ahora lo sé.
Maestro, he pensado mucho, te admiro aunque siento que apenas te conozco, te tengo miedo por desconocimiento, te quiero por aquello que me has mostrado y te respeto por lo que sé y por lo que no sé. Ahora me arrodillo ante ti y te ofrezco mis muñecas para que me tomes como esclava, porque en dos meses me has sometido sin una sola palabra, tómame y átame fuerte porque no quiero poder escapar. No me creo digna y mucho menos capaz, pero espero que la fortuna me sonría.
Hoy me someto a la voluntad de mi Señor, con fe en lo que me es desconocido y con la confianza de que va a hacer de mí mejor persona. A pesar del miedo, a pesar del orgullo de una niña caprichosa, se me puede observar a los pies de mi amo. Y es él y no otro porque cumple todas las características que admiro y deseo para mi, tiene un carácter fuerte y firme con el que quedas embelesada porque riega cada una de sus palabras con amor y convicción; explorador nato de conocimientos, territorios y experiencias. Así lo veo yo.
Me gustaría poder decir que todo aquello que me mande lo voy a acoger con alegría y devoción, lo que creo es que acabo de adquirir unas obligaciones que en muchos casos no quisiera hacerlas porque “no van conmigo”, pero las cumpliré porque son su voluntad y él tiene la obligación de saber qué es lo mejor para mi; entonces, después de realizarlas es cuando sentiré la alegría, alegría de haber satisfecho a mi Señor y alegría propia de haber superado un obstáculo. Y poco a poco iré levantando la cabeza para poder mirarme al espejo y no quedar espantada, y si algún día a mi amo le place, podré ser dueña de mi misma con la tranquilidad de saber que mi amo me ha enseñado a no hacerme daño propio.
Debo postrarme, es mi primera obligación y tengo inquina, aunque no la puedo razonar. Lo hago, por amor a él y por amor a mi.
Maestro, mi Señor.
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