Noto como mi amo disfruta de mis pequeños relatos eroticos, así que quiero tomarme el atrevimiento de llevarlo a un nuevo nivel, sera una de las cosas mas vergonzosas que he hecho, pero pienso volverla placentera.
Si lo provoco, podrá notarlo? Lo miro mientras se pierde entre sus pensamientos, ocultando un mundo del que no tengo derecho a saber. Y como si pudiera escuchar mis silenciosas quejas, me vuelvo presa de sus ojos, ahogados en una nueva necesidad difícil de decifrar. Endereza su postura, acomodándose en su asiento como un rey mientas abre sus piernas invitándome . No he sentido el más mínimo ruido, pero la manera en que me mira con esa sonrisa torcida, indicándome con su dedos que me acerque a él, es suficiente para hacer temblar cada parte de mi.
No pude evitar la sorpresa de su nueva orden, hacerme desnudar para el , y acercarme a su figura caminando en cuatro patas como una perra de su propiedad. La frialdad del suelo quedaba opacada por el calor creciente de mi piel, intentando reconocer sin éxito si era por vergüenza o excitación. Al llegar a la lugar que me había preparado entre sus piernas, agarro mi pelo con fuerza, obligándome a mirarlo, y con la otra, escribió con su pluma en mis senos “ tu querida puta”.
La suave textura de la correa me hizo recobrar la postura, bese sus zapatos como deseaba, mientras le agradecía cada segundo que me dedicaba. Sin previo aviso, se levantó rapidamente, arrastrándome consigo a cuatro patas por todo el salón, me dejó al borde de la cama, esperando cabizbaja sus deseos. Se sentí al borde con una vela encendida, mi espalda tocando el duro suelo y mis piernas abiertas fueron la nueva postura que me hizo asumir…….una, dos ,tres, cada gota ardía en mi piel y revolvía mis deseos, no lograba comprender porque mis senos estaban disfrutando tanto de la atención, poniéndose duros mientras la cera los cubría.
Fue creando un camino de derretidas caricias hacia mi vientre, haciéndome abrir mis labios vaginales para el, y arrancándome un grito de dolor al sentir la cera en mi clitoris, un pequeño beso en mi frente fue mi consuelo y unas pequeñas pinzas mi nueva tortura, las puso sin la menor delicadeza, haciendo más visible el desastre que la cera había dejado. Retomó su asiento al borde de la cama, y tiró de las cadenas que juntaban ambas pinzas de mis pezones, atrayéndome hacia él. Era muy simple mi deber, sus ojos me lo habían dejado claro, liberé su retenida erección de sus pantalones, comenzando a repartir besos dispersos y saborearlo como si mi vida se acabara en ello, marcando un ligero compas, logre tomar la mayor parte de su miembro en mi boca.
-no dejes de tragarla pequeña.
Sus palabras acompañadas de los bruscos empujones de su mano marcaban mi nuevo ritmo, mis ojos picaban y las lagrimas evidenciaban el poco aire que lograba tomar, parecía decidió a convertirse en mi nuevo oxigeno. Mi saliva escurría por la comisura de mis labios, lubricando más su polla, facilitando la manera en que la follaba como si fuera un mero agujero hecho para su placer, se volvía insoportable la sensación de mis jugos deslizándose entre mis piernas, y justo cuando acercaba mis dedos a mis pliegues en busca de alivio, jaló de la cadenas de mis pezones, arrancándolas y robándome un gemido desgarrador de un dolor invasivo.
- tu coño y placer son míos, no tienes permito disfrutarlos a menos que así lo decida.
Tomó mi correa y me hizo engullir nuevamente su polla, haciendo arder mi garganta en cada embestida, podía sentir la textura de sus venas enredándose en mi lengua, y la suavidad de sus glande raspando cada vez más profundo, lo miraba, suplicante, no porque se detuviese, sino porque me diera el placer de alimentarme con su semen. Justo cuando lo sentir hincharse en mis labios, succioné más fuerte enredando mi lengua alrededor de su polla, a solo segundos se retiro de mí sujetándome por el cabello, la calidad sensación y el delicioso olor de su corrida acapararon todos mis sentidos. Al abrir sus ojos, me observaba con suficiencia mientras que con su pulgar, recogía un poco de si mismo de mi mejilla y la llevaba hacia mis labios mientras decía.
-bien hecho perrita, te has ganado una buena cogida.