Quizás, sea este el tema más tabú de nuestro de juego, el
que más reparo da a quien empieza y no solo a una parte, creo que no me
equivoco, si afirmo que va en los dos sentidos.
A uno de los dos preocupa, saber si resistirá, si realmente
cuando el dolor entre en escena, será tan excitante como había imaginado y si
la otra persona será capaz de gestionar ese condicionante al otro preocupa, pensar si será capaz de
gestionarlo, si se quedara corto o se pasara de la raya, cuando se inicia una
relación en base a este juego se habla de muchas cosas, de gustos, de juegos, de
roles, de instrumentos, de fantasías, de normas, pero rara vez se habla de
esto, que es una parte más del juego y en muchos casos preocupa.
La mayoría lo asume, pero siempre con dudas, está claro que
va a estar presente, unos azotes no son unas caricias, son un castigo, para el
que hay un motivo, pactado, aquellos que siempre tratan de justificar todo en
base a explicaciones científicas, hablan de cosas relacionadas con las
endorfinas, la adrenalina y otras substancias varias igual tienen razón, pero
yo solo he encontrado una justificación que me convenza, además explicada por
una spankee, con la cual los limites era algo muy relativo, que dependía de los
más diversos factores, como el estado de ánimo, las ganas, la motivación….esta
spankee, me confeso muchas veces que ella jamás había disfrutado con el dolor, es
más lo odiaba, que lo que realmente le hacía disfrutar y superar el dolor, era
la situación, la atmósfera creada el juego, el sentirse libre entregándose, la
confianza y la excitación del momento, esos factores hacían que el dolor fuera
llevadero, que solo fuera una pequeña parte del juego, por la que tenía que pasar,
para conseguir esa liberación, esa excitación, que era única.
Una vez, me confeso, que no entendía nuestro rol, que la parte
divertida de esto era la suya, que los spankers, llevamos la parte aburrida del
juego, no estoy de acuerdo con ella claro, yo creo que en el fondo somos dos
caras de la misma moneda, pero de eso ya hablamos en otro momento.
Para terminar, muchas veces fui sido muy duro con ella, cuando
he creído que era lo que tenía que hacer, sin embargo jamás me ha echado en
cara nada, salvo una vez, un día a media mañana, ya me tenía harto, es una
experta en provocarme cuando quiere, así que enfadado le dije que no volviera a
llamarme en todo el día, aún hay días que me lo sigue echando en cara, es una
pequeña anécdota, pero creo que muy elocuente.
El Muro