No!!!!, no naciste para servirle, no naciste para arrodillarte ante nadie. Naciste para ser libre, libre de tus juegos mentales, libre de tus inseguridades, libre de tus moralidades, libre de tú orgullo, de tu ego, de tus pesadillas, libre de tus AMOS!!!... No naciste para arrodillarte. Naciste para levantarte. Como osan inclinarte a sus pies con los zapatos sucios!!!. Como se atreven a pedirte que le llamen Amo siendo esclavos de sus instintos. Como es que te piden abrir las piernas si no han tocado tú mente!!! Cómo es que dicen quererte sin conocerte!!! Cómo es que alardean de sus años de experiencia si no entienden a quien tienen al frente!!! Cómo es que te rebajan a un objeto inanimado sin saber limpiar una pinche mesa!!!. Por qué deberías servirles?. Por qué deberías arrodillarte? Por qué deberías perderte complaciendo sus instintos?
Pensaba que lo tenía claro, que era obvio que sus cálidas manos eran mi soporte, que su tierna voz era mi aliento, que su manto era mi cobijo pero dudaba, dudaba de mi lealtad, de mis sentimientos. El océano de palabras regresaba a mí intacto, lúgubre, cómo la fría agua infinita, me escabullia entre tiburones, sin saberlo. Buscaba tierra, pero me sentía cómoda nadando entre aquellas bestias salvajes, indomables, de corazón frío y sangre caliente. Aquellas bestias que sólo desean cazar un alma frágil, revolverlo entre bellas palabras, comer su carne, beber de su sangre y desechar sus restos a la carroña. Sólo sus viles propósitos importan. Acostumbraba a nadar entre tiburones. Acostumbraba a ser mordida y desangrada. Siempre sobrevivía. Herida, pero sobrevivia. Son embargo, las bacterias también se introducen en la carne y son letales. Te consumen sin saberlo, más peligrosas que un mamífero gigante. Más letales que 100 toneladas sigilosas acechándote. Aquellos seres telescópicos se introducen sin darse cuenta y pican la carne, hasta deborar el corazón y el cerebro. Hasta no dejar ni un órgano vivo. Hasta lograr la aniquilación de toda célula. Hasta asegurarse de que ninguna de ellas vuelva a renacer. Ese es su objetivo. Introducirse en tí, sin que te des cuenta con el único propósito de alimentarse de tú carne y desechar tus restos. Dónde ni los tiburones deseen tú pulpa....
Así es el amor caníbal.