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Sucu's Blog


Ocasionalmente escribo en mi carne el nombre de mi Dueño, se manifiesta en suplicios de azotes, los poros de mi piel se abren, receptivos al dolor. Le invitan a recorrerlo con las finas tiras de aquel instrumento ligero y veloz, acariciando delicadamente, activando en mí la necesidad del golpe, erectándo mis pezones, elevándo mi botón del placer. Mi zona baja apenas cubierta por tan sólo una pequeña tela a cuadros que tapa ligeramente mi sexo pero lo expone a lo inevitable y mis brazos y hombros cubiertos por el frío inclemente del clima externo.
































Cuando mis pezones son descubiertos, apuntando al horizonte, y siento el primer azote, mi cuerpo se estremece, se retuerce, hacía adelante como quien busca más sensaciones. Mis piernas se cierran, tímidas, y mi vulva lubrica pequeñas gotas de su fuente. Sabe que será la siguiente. Poco a poco más partes de mi piel me invitan a qué los azote, mis axilas mi abdomen, mis piernas, mi ano, mis glúteos, mi entre pierna... Entonces, como quien es capaz de leer mi instinto, me brinda un golpe seco en mi abdomen y otro más, en mi pubis, zaz!!!, Cierro los ojos y abro ligeramente mis labios tratando de tomar aliento.



Transito a un lugar inanimado dónde mi humanidad se pierde, donde cobra vida el objeto irracional. Mi cuerpo se deja guíar aturdido por el plaser y me reconforto en la seguridad de quién me eleva. Lejos de todo miedo y dolor, entro al espacio de satisfacción. Siento un escudo protector rodeando mi aura, absolutamente nada me aturde. La envidia y la preocupación se desvanecen, así como toda consecuencia y lógica humana. Sólo tú - yo  y el flogger....



 Los azotes se intercalan y distribuyen cada vez más fuerte cubriendo más zonas. El golpe toma nombre y se adhiere a mi abdomen luego me seduce mi entre pierna, de mi entre pierna hacía mi pubis, de mi pubis a mis senos, de mis senos a mis piernas y empieza nuevamente. Gimo de plaser estirando mis brazos para cubrir toda mi carne. Siento una ligera sensación de deseo nunca antes percibido. Quiero ser abofeteada (nunca lo había experimentado) quizá el polo a tierra, quizá mi carne invitándome a bajar las revoluciones.



 El éxtasis se apodera de mí. 



Lubrico aquella silla de madera con mis jugos que gotean entre las rejillas. En mi pensamiento, sólo deseo calor, azotes, rojo, aceptar mi esclavitud, ser suya, su propiedad, ser usada, abusada.... 


                                       Jadeo, gimo...



 Una mordaza obstáculiza mis sonidos y una cuerda me rodea los pechos brazos y espaldar de la silla. Los azotes se vuelven más intensos, más placenteros, una y otra vez, una y otra vez, me retuerzo, gimo, siento un pequeño picor, mis pezones llegan al límite, se razgan en cada ajetreo, en cada acción de esa tira... Pero el resto de mi pulpa está dispuesto a recibir 50 latigazos más,... Así, castigame!!! No te detengas!!! Le grita mi mente mientras mi cuerpo simplemente... Se desvanece.....