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Maestrolatigo's Blog

Carbonara con sexo27 AGOSTO, 2020

Arkadia {mi señor}

Preparo la mesa mientras tú haces la comida, nos metemos mano con cualquier excusa. Yo llevo un ligerísimo vestidito, corto y sencillo, y unas chanclas, nada más. Tú llevas un buen calentón encima y una sonrisa de oreja a oreja, vistes cómodo. Me ordenas sentarme y esperar, por el rabillo del ojo veo que conforme vas terminando de cocinar te tocas más frecuentemente la polla. “Mi señor tiene ganas” pienso y me siento en la gloria.

Dejas un plato de tortellini carbonara frente a mí. Vas a por el tuyo con la mano dentro del calzoncillo, lo dejas en tu sitio. En pie y a mi lado me miras fijamente mientras sacas tu verga inhiesta, te masturbas lentamente, “No dejes de mirarme, esclava”. Coges unos tortellinis con la mano y la llevas a mis tetas, están muy calientes y tengo un escalofrío, con tu mano aún llena acaricias mi cuello hasta que llegas a aplastar la comida en mi garganta dificultando mi respiración. Sigo mirándote fijamente, sabes que me gusta y sé que te encanta. Pones ahora en mi boca los tortellini destrozados, “Come, perra”, tengo que lamer tu palma para hacerlo.

Cuando estás complacido por tu mano limpia quieres que coja un puñado, “Frota tu coño con ellos”. Me sonrojo aunque te obedezco desafiante, sin dejar de mirarte ni un instante a los ojos, observas que cumplo con deseo de complacerte, con gusto y con descaro. “Cómeme, Arkadia, tienes hambre de tu dueño” me dices mientras metes tu polla en mi boca, te como la verga con ansia y deleite, sabes que voy a correrme pronto, pellizcas mi pezón todavía pringado, succiono más fuerte tu falo, me abofeteas cuando sabes que ya me estoy corriendo, lo haces fuerte y no paras hasta que mi orgasmo termina.

Sacas tu polla de mi boca, coges mi plato y vas al otro lado de la mesa, te pones frente a mí para que te vea con todo detalle, para ver a mi señor correrse en mi plato, para que mi señor vea lo atenta que observo, para que sientas mi placer en lo que haces. Te viertes en mi plato, no contento sólo con eso ordeñas tu pene hasta que no queda ni una gota de semen. Guardas tu miembro entre los calzoncillos y me retornas el plato.

“Tu plato, cariño” y me das un beso, comemos sonrientes.
[email protected]

Me sentí avergonzada, aterrorizada al descubrir mi maestro mi impúdico secreto, pero reaccioné de la única manera posible frente un macho como él, grande  y fuerte: me di la vuelta, y mirándole con ojos turbios... qué hermosos labios tiene, mmmmmmmm, que delicia sus piernas fuertes y esbeltas, encendida de pasión le dije: “fóllame, mi señor, fóllame, maestro”. Entonces de un solo zarandeo me subió a sus muslos dejando mi culo en pompa y comenzó a azotarme con la mano muy fuertemente. Unas veces su mano caía sobre el nacimiento de mis nalgas, otras sus dedos alcanzaban mi húmedo y tembloroso coño como pequeños latigazos.
_ ¿Qué es todo esto, esclava? Cuéntame tus fantasías ahora mismo! – y lanzaba su mano contra mis nalgas dejando dolorosas marcas
_ ¡Ay, amo, siiiigueee, no pares... maestro!

_ ¿Qué estabas imaginando? Cuéntamelo ahora mismo!

_ El toooro, mi señor, ayyyyy, maestro, aaamoooo – me ardían las nalgas, pero deseaba aquel castigo. Con cada azote mi coño jugoso rebotaba sobre su muslo. Yo me retorcía cual furcia gozosa restregándome contra él. Junger se puso de pie y me hizo caer al suelo. Me arrastré hasta sus piernas, me agarró del pelo y me dio un bofetón, pero yo no podía parar ni siquiera por el dolor, estaba poseída de un frenesí, deseaba al amo más que nada en el mundo. El toro era el maestro, joder, era él. Me agarró de las axilas y me puso en pie, metió su mano derecha entre mis piernas para luego mostrármela mojada.
_ Tienes el coño palpitando, zorra – sus ojos estaban encendidos, me tiró de un empujón en la cama – ¡Mastúrbate, esclava, enséñamelo bien abierto! Lo hice. Jadeaba mientras imploraba que me montara.

Se quitó el bañador, que era la única pieza de ropa que llevaba, dejando su erecta polla al aire. Sujetó mis tobillos con fuerza alzando mis piernas de golpe. Fue tirando de ellos hasta tener mi sexo a la altura de su boca y empezó a mordisquearlo y a lamerlo entre gruñidos, saboreándolo. Yo estaba enloquecida de placer, por dos veces llegué al orgasmo con la lengua y los dedos del maestro entrando y saliendo rápido de mi sexo. Luego él volvió a tirar de mis piernas para acercar mi cuerpo al suyo, y a horcajadas, agarrándome por las caderas me penetró vigorosamente, a lo bestia. Sus huevos chocaban contra mis heridas nalgas, su polla me reventaba por dentro a cada embestida, quemando como una brasa. Cuando noté el temblor de su orgasmo, y su semen corrió por mis entrañas como un río caliente, una ola de placer me subió del sexo a la garganta atravesándome toda. Grité. Me agarré fuerte a sus nalgas para extraer con las convulsiones de mi coño hasta la última gota de su semen, que luego chorreó largamente por mi raja cuando ya reposaba en la cama, tan satisfecha. Él estaba empapado de sudor. Se tiró boca arriba con las piernas abiertas y los brazos extendidos.

Cuando recuperó el aliento, me pasó el brazo por detrás de la cabeza y me atrajo hacia él. El vello de su pecho me hacía cosquillas en la cara. Aspire el penetrante olor a macho que desprendía, mis fosas nasales se abrieron para ser inundadas por esa delicia de hormonas. En sus brazos me sentía en la gloria, tan tierna, tan amada, amando tanto

_ Maestro– susurré

Esclava Arkadia:  Te miro con tranquilidad, noto que mis pezones se endurecen, me cosquillean los labios de abajo.
 Señor:  me recuesto y me bajo los pantalones para liberar mi sexo, agarro mis huevos con una mano y con la otra empiezo a frotarme pasando el pulgar por la punta y por el frenillo.
Esclava Arkadia:  se me abre la boca que la tengo llena de saliva, esperaba ese momento, poder verte la verga; un escalofrío me recorre la espalda y con una mano me acaricio la barriga y me abrazo a mi misma yo.
Señor:  doy la vuelta y me pongo boca abajo, me sujeto con los brazos sobre el sofá para aumentar la presión y froto mi polla entre el sofá y mi cuerpo, despacio, muy despacio.
Esclava Arkadia:  Deseo ir hacia tu cuerpo, inclinarme, besarte una vez en la nalga, inclinarme más y lamer tus testículos, pasar la lengua entre los cachetes y morderte. Pero me quedo donde estoy, instintivamente al imaginar mi lengua un dedo se me ha escurrido entre mi sexo.
Señor:  giro y miro al frutero, cojo una sandía y, con un cuchillo, le practico una abertura que quiere ser redonda. Boca arriba, con las piernas recogidas, meto mi polla por el agujero de la sandía, húmeda, y comienzo a follarla sujetándola con una mano mientras la otra recorre mi vientre y mi pecho. Ahora la agarro con las dos manos y la embisto mientras mis manos la empujan arriba y abajo, mis ojos miran tu cuerpo mientras siento el líquido de la fruta resbalar por mi verga y mis testículos, paso la lengua por mis labios, mis caderas se agitan cadenciosas, mi culo se eleva.
Esclava Arkadia:  Abro la boca, rozo mis pechos, chupo el dedo impregnado de mis fluidos. Me pellizco los pezones y abro las piernas, te contemplo, me muerdo el labio, quiero ir a ti pero me reprimo también reprimo el placer más allá de rozarme para tentarme.
Señor:  abandono la fruta y me pongo de pie, mis dos manos recorren mi sexo impregnado del zumo de la sandía, mis brazos se tensan, mis manos aprietan mi verga y la hacen crecer y brillar, mis ojos se entornan.
Esclava Arkadia:  “Ojalá viniese a por mi” pienso mientras aguanto la respiración
Señor:  digo tu nombre, te ordeno que te arrodilles ante mí.
Esclava Arkadia:  termino de abrir la puerta despacio, avergonzada, te miro a los ojos, me pongo de rodillas sosteniendo la mirada, apoyo las manos en el suelo mientras me miras, avanzo a cuatro patas esta vez con los ojos fijos en tu polla.
Señor:  detengo tu avance con una mano, pego mi pie a tu sexo, y sigo masturbándome mirándote fijamente a los ojos. De tarde en tarde, como por descuido, mi falo roza tu cara, miro recorriendo tu cuerpo con los ojos, mis dedos abren tu boca, estoy llegando al paroxismo.
Esclava Arkadia:  con mucho esfuerzo y un nudo en la garganta te desafío, me quedo impasible, aunque obedezco estoy enfadada.
Señor:  recojo el cinturón y te azoto mientras continuó masturbándome, mi verga está a dos centímetros de tu hermosa faz.
Esclava Arkadia:  ahogo cualquier quejido como puedo.
Señor:  grito tu nombre, me vierto en tu cara, en tus pechos.
Esclava Arkadia:  abro la boca, recibo lo que caiga, cuando deja de llover te miro.
Señor:  entonces me tumbo a tu lado pero al revés y mi boca se abre camino entre tus muslos, mi lengua saluda a tu clítoris antes de bucear en tu coño, mordisqueo tus labios vaginales a la par. 
Esclava Arkadia:  gimo, no puedo evitar gemir, mis caderas se mueven poco a poco.
Señor:  mis manos aprisionan tus nalgas para acercarte más, abrirte más y mi lengua camina en todo tu sexo, cojo el clítoris con los labios y lo chupo, mi lengua lame todo tu sexo.
Esclava Arkadia:  “muérdeme, mi señor” te digo.
Señor:  meto dos dedos en tu cuerpo, uno en tu coño, otro en tu ano y mi lengua gira y golpea tu botón mágico, bombeo con mis manos en tu interior.
Esclava Arkadia:  me estremezco, me muevo a tu ritmo, quiero sentirlo todo, lleno, hondo.
Señor:  mis dedos describen círculos en tu coño, otro profundiza en tu culo, mi lengua abrasa tu monte de Venus mientras mi falo golpea tu rostro, con el dedo corazón acaricio la pared frontal de tu vagina.
Esclava Arkadia:  lamo, lamo allá donde alcanzo, deseo que me tomes y que lo hagas fuerte pero despacio.
Señor:  el pulgar entra y sale de tu culo apretado.
Esclava Arkadia:  estoy en un punto crítico, quiero que me folles pero no quiero que pares.
Señor:  mi verga resucita en tu boca, me tumbo y te ordeno que te sientes sobre mi polla de espaldas a mi

Esclava Arkadia:  la animo con la lengua, aprieto los labios.
Señor:  llevo el ritmo agitando tus caderas, buscando tus tetas, magreándolas, torturando tus pezones, empujándote por los hombros para entrar más en ti.
Esclava Arkadia:  me sujeto a mis caderas.
Señor:  te sujeto del pelo para hacerte girar la cabeza.
Esclava Arkadia:  abro la boca, quiero besarte y que me penetres con la lengua.
Señor:  azoto tus nalgas con mis manos antes de ordenarte que gires, de rodillas nos abrazamos, te beso con fuerza, con ganas, antes de empujarte y quedas boca arriba y vuelvo a penetrarte metiéndotela despacio y con fuerza agarro tus tetas, te beso, aprieto tu cuello, te abofeteo suavemente sin apartar mis ojos de los tuyos, muerdo tus labios.
Esclava Arkadia:  no sé si gimo o si grito, estoy al límite.
Señor:  busco tu lengua con la mía, mi cuerpo se funde con el tuyo en las caderas, mi falo en tu vagina entra y sale ansioso, te sujeto de las muñecas.
Esclava Arkadia:  el baile de lenguas me hace sujetarte la cabeza para que no te vayas, mis caderas ayudan a tu ritmo.
Señor:  ato tus manos a la pata de la mesa y mordisqueo tu cuerpo sin dejar de cabalgarte, te ordeno que saques la lengua y la lamo, la chupo, la succiono.
Esclava Arkadia:  quiero sufrir una larga agonía, que no me dejes llegar hasta que no aguante más… 
Señor:  hago que la base de mi polla al entrar y salir roce tu clítoris, cuando te veo a punto de llegar, te abofeteo sin dejar de follarte, mis manos van de tus nalgas a tu pelo, a través de tus caderas, de tu vientre, de tus senos.
Esclava Arkadia:  me desconciertas, me vuelves loca.
Señor:  muerdo tus hombros, lamo tu cuello, succiono tus pezones, los rozo con los dientes.
Esclava Arkadia:  te pido más, mis caderas se mueven más rápido, mi boca se abre.
Señor:  levanto tus piernas y paso mis hombros bajo ellas ahora estás tumbada pero te follo arrodillado, pellizco tus nalgas, afianzo tus caderas.
Esclava Arkadia:  intento escapar de los pellizcos.
Señor:  te grito la lujuria que me invade, saco la polla y aporreo con ella tu sexo, vuelvo a meterla pero ahora te sodomizo.
Esclava Arkadia:  voy a reventar, me hierve tu calor.
Señor:  mientras meto dos dedos en tu coño y se retuercen vibrantes en él.
Esclava Arkadia:  me cuesta respirar, estoy acelerada.
Señor:  meto la otra mano en tu boca.
Esclava Arkadia:  mi piel te pide a gritos.
Señor:  los dedos húmedos relevan a los anteriores en tu sexo, me acelera sentir el choque de mis huevos contra tu cuerpo.
Esclava Arkadia:  a mi me encanta, me pone, me dan ganas de comérmelos.
Señor:  libero tus manos y vuelvo a follarte, abrazado a tí, sujetando tu cabeza, tirando de tu adorable pelo, el ritmo crece imparable.
Esclava Arkadia:  te susurro que estoy a punto de correrme, que quiero correrme.
Señor:  te beso, lamo tu cara, muerdo tu cuello, tus orejas, te susurro en ellas mi deseo, todo lo que haremos esta noche y cuando amanezca la fuerza de mis embistes te arrastra por el suelo.
Esclava Arkadia:  te susurro que te quiero, mi señor, mientras el orgasmo llena mi boca y engordan las palabras.
Señor:  al escucharte me vierto de nuevo, en tu interior, una explosión de dicha, te beso mientras continuo, quiero beber tu orgasmo.
Esclava Arkadia:  se me humedecen los ojos, no lloro, estoy emocionada, soy feliz.
Señor:  te miro fijamente a ellos mientras sigo haciéndote mía.
Esclava Arkadia:  me encanta que sigas, soy tuya, disfruto con la fricción, le da un gusto más agradable al orgasmo, lo hace más largote beso por todos los sitios que alcanzo de tu cuerpo, te huelo y te aprieto, me aprieto a ti.
Señor:  me tiendo a tu lado feliz, te miro expresando mi deseo: haz lo que quieras con mi cuerpo.
Esclava Arkadia:  me pongo de costado, te acaricio el pecho con la nariz, te hago cosquillas en la cara con mi pelo.
Señor:  me hace sonreir.
Esclava Arkadia:  recorro tu torso con mi mano abierta, rozo tu vientre con la yema de los dedos, abro la palma para atrapar tu muslo, te beso la barriga, te miro los ojos, te miro la boca y te beso los ojos y la boca. 

Decido vivir libremente mi sexualidad sin ninguna limitación o prejuicio, eliminando cualquier rastro de timidez o pudor con el objetivo único de proporcionar placer a mi Amo. 
Por tanto, me comprometo a: 

  • Obediencia incondicional a los deseos de Mi Señor. Sin reservas, ni rebeldías.
  • Buscar satisfacer el bienestar total y completo de ti, Mi Señor. Es el único objetivo de mi existencia como kajira.
  • Disponibilidad absoluta. Los deseos de mi Señor están por encima de todo y son mi prioridad.
  • Saber cuándo y cómo declarar mis opiniones de forma que no afecte a mi comportamiento adecuado en una kajira.
  • Ser agradable a todos los sentidos de mi Señor:  vista, oído, olfato, paladar, tacto e intelecto. Esto no se limita solo a cuando este en tu presencia, sino que debe formar parte de mi propia naturaleza como tu esclava.
  • Prever los deseos de mi Señor.  Siendo proactiva, inteligente y creativa, adelantándome a sus necesidades. Esto incluye vestirme de manera adecuada a sus gustos.
  • Desarrollar habilidades y competencias cumpliendo, sin excusas, con los ejercicios y tareas que mi Amo me ordene.
  • Entender que la falta de habilidades o competencia no debe ser usada como disculpa para la falta de cuidado, de atención o de dedicación.
  • Asumir las responsabilidades por mis fallos y recibir el castigo correspondiente.
  • Mantener una educación frente a otras personas a través de un comportamiento impecable.

Con el deseo de convertirme en tu perra, tu hembra, tu puta, tu esclava, suscribo este compromiso ajustándome tu collar. 


Sólo tú23 ABRIL, 2020

Asteria {maestro látigo}

Sólo tú sabes cómo excitarme. Sólo tú sabes qué me gusta. Sólo tú sabes cómo hacerme perder el control. Sólo tú sabes qué hace revolverme en el placer. Sólo tú me haces llegar al clímax. Sólo tú puedes hacerme mezclar sentimiento con carne. Sólo tú sabes qué palabras me excitan. Sólo tú sabes qué espero.

Sólo tú conoces mis secretos. Sólo tú conoces mis deseos más ocultos. Sólo tú conoces mis más profundos defectos. Sólo tú sabes sacar las mayores de mis virtudes. Sólo tú me das confianza. Sólo tú me la puedes quitar.

Sólo tú me sabes domar. Sólo tú me sabes controlar. Sólo tú sabes abrirme o cerrarme. Sólo tú tienes el poder.

Sólo tú. Tú.

Hazme tu esclava25 ABRIL, 2020

Arkadia {mi señor}

 Comparezco ante ti con la cabeza gacha y con ojos implorantes de castigo. He tenido miedo y he escapado, en esta era lamentablemente es muy fácil hacerlo para los cobardes, y yo lo soy. También es cierto que hay que ser valiente para volver sobre los propios pasos y agachar la cabeza cuando corresponde, como es en este momento mi caso.

 Mis miedos pasan por caminar sola y libremente, mi miedo es equivocarme y que no haya quien me diga que lo he hecho mal, mi miedo es que no haya nadie a quien le sean indiferentes mis tareas y me obligue así a trabajar con rabia y con ahínco para en algún momento destacar por el verdadero esfuerzo. Mi miedo en definitiva, soy yo en soledad; otro de mis miedos y a la vez de mis pasiones es cambiar.

Maestro, a menudo me pregunto si sirvo para algo o si por el contrario sólo es que no quiero servir para nada. También podemos imaginar que en esos mundos sueñan con un mundo como el nuestro. Maestro, por imaginar también puedo fantasear con alguien que tape los huecos de mis miedos y que me haga sentirme un poco más agradecida de tener los pies sobre la Tierra. Quiero mucho a quienes me rodean, pero ellos no saben hacerme sentir agradecida, no por falta de esfuerzos sino porque yo no soy como ellos, no les culpo. Soy tuya, ahora lo sé.

Maestro, he pensado mucho, te admiro aunque siento que apenas te conozco, te tengo miedo por desconocimiento, te quiero por aquello que me has mostrado y te respeto por lo que sé y por lo que no sé. Ahora me arrodillo ante ti y te ofrezco mis muñecas para que me tomes como esclava, porque en dos meses me has sometido sin una sola palabra, tómame y átame fuerte porque no quiero poder escapar. No me creo digna y mucho menos capaz, pero espero que la fortuna me sonría.

Hoy me someto a la voluntad de mi Señor, con fe en lo que me es desconocido y con la confianza de que va a hacer de mí mejor persona. A pesar del miedo, a pesar del orgullo de una niña caprichosa, se me puede observar a los pies de mi amo. Y es él y no otro porque cumple todas las características que admiro y deseo para mi, tiene un carácter fuerte y firme con el que quedas embelesada porque riega cada una de sus palabras con amor y convicción; explorador nato de conocimientos, territorios y experiencias. Así lo veo yo.

 Me gustaría poder decir que todo aquello que me mande lo voy a acoger con alegría y devoción, lo que creo es que acabo de adquirir unas obligaciones que en muchos casos no quisiera hacerlas porque “no van conmigo”, pero las cumpliré porque son su voluntad y él tiene la obligación de saber qué es lo mejor para mi; entonces, después de realizarlas es cuando sentiré la alegría, alegría de haber satisfecho a mi Señor y alegría propia de haber superado un obstáculo. Y poco a poco iré levantando la cabeza para poder mirarme al espejo y no quedar espantada, y si algún día a mi amo le place, podré ser dueña de mi misma con la tranquilidad de saber que mi amo me ha enseñado a no hacerme daño propio.

 Debo postrarme, es mi primera obligación y tengo inquina, aunque no la puedo razonar. Lo hago, por amor a él y por amor a mi.

Maestro, mi Señor.

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LA VENDA: La venda es un símbolo de confianza y de entrega ciega. Es el respeto y el control del amo sobre las acciones de la esclava, ya que es dueño absoluto en ese momento y  es responsable de su sumisa, en sus manos está la ciega confianza de su esclava, que espera sin saber qué va a hacerla.

EL LATIGO, LA FUSTA: Son los instrumentos que más veneración despiertan en la sometida, vehículos del castigo y el gozo, símbolos de autoridad y dominio del amo. Un dominio consentido por la sumisa, que en el ritual de iniciación entrega por su propia mano a su dueño estos instrumentos, y con ellos su completa sumisión a sus deseos.



LA CADENA, LA CUERDA: Las ataduras simbolizan la total sumisión, quien se deja atar, se pone por completo en manos del amo. A veces en la iniciación se suele atar las manos de la sumisa con ataduras simples, o con una cadena fina, que puede ser rota con facilidad, al igual que basta la palabra de la sumisa pidiendo ser desatada para finalizar una sesión. Se entrega por voluntad propia, y es libre de marcharse. Algunos usan la  fina cadena de plata para atar las manos de la sierva en su rito de iniciación. No es el grosor la que retiene la sumisa junto al amo, sino la pureza de la entrega, noble como la plata.

LA MASCARA: Despojada de lo más elemental de su identidad, su rostro, la sometida se siente como un objeto a merced de los deseos del amo.  Para la sierva, la máscara oculta emociones, miedos, sentimientos... para mostrar al sumiso que su entrega está por encima de sus emociones. Tiene que dar lo mejor, para ser digno de su aprobación.



LA MORDAZA, LA PALABRA: El uso de la mordaza requiere confianza entre amo y esclava. Si bien escuchar sus dudas, sus miedos, sus anhelos... A veces el silencio de la sumisa no indica que se sea un excelente amo...también se calla por devoción y respeto. Un buen amo ha de saber oír a su esclava, hasta cuando calla.

LAS BOTAS: Estar literalmente a los pies del amo, ser tan solo digna de besar sus pies... Suelo recordar a mi sumisa que no es preciso el uso de botas para pisotear su rebeldía y su orgullo. Próximo y con los pies en el suelo, cercano a su sierva para atenderla y enseñarle el camino.

EL COLLAR: La sumisa porta el collar como símbolo de pertenencia a su señor,  indica que es su posesión exclusiva. Para el amo, el que una esclava lleve su collar implica una serie de obligaciones hacia ella, como amo y como dueño. La sometida acepta servir al amo, quien guía y enseña a su esclava, además de abrir ante ella nuevos horizontes. Cuando se acepta un collar, se fijan una serie de metas, unos límites que marcan el desarrollo de la relación. Un collar puede abrirse y cerrarse, puede quebrarse si una de las partes no cumple lo pactado y esperado por la otra mitad. Los horizontes de la relación pueden expandirse, tanto por deseo de la sumisa, como por iniciativa del amo.

El rito de la esclava
26 FEBRERO, 2020"EL RITO DE LA ESCLAVA"

A la muchacha:

La sumisión se ha practicado entre personas desde el amanecer de los tiempos. Se sanciona en escrituras y filosofías religiosas; ha sido el hecho más notable de la vida para mucha gente en esta tierra. La esclavitud es una condición humana. 

El castigo de tu señor es un símbolo de interés y de preferencia por ti, sumisa. Anhelar a tu señor y sus días de castigo es una experiencia que demuestra una voluntad madura.  Dedicas tu mente y tu cuerpo a tu señor y a su voluntad. Muchacha, no te entregas a una  causa, no lo haces ni por dinero o gloria. Hay una semilla que empieza a crecer en ti.

La ceremonia

Esta ceremonia es importante. Hay que ir a ella convencida y resueltas las preguntas y las dudas con tu señor. Con este rito te entregas a una persona que será tu señor por un tiempo convenido. Antes de someterte debes entender que el cambio de tu estado actual al de sumisa será profundo y te afectará. El contrato no puede ser roto durante ese periodo y puede ser renovado o no a su finalización.

En la mesa se fija una vela encendida sin ninguna otra luz en el cuarto. Se coloca en frente el regalo. El señor está quieto a un lado de la mesa,  la muchacha frente a él. Ella tiene los brazos caídos a lo largo del cuerpo y muestra las palmas de sus manos a su señor.

El consentimiento de ella

Señor: ¿Vienes aquí por tu propia voluntad libre?

Sumisa: Sí, vengo libremente.

Señor: ¿Aceptas libremente que te someterás a mi hasta la medianoche del día X del mes de X y del año XXXX?

Sumisa: Sí, soy desde ahora tu esclava hasta entonces.

Señor: ¿Juras solemnemente por todas las cosas que me darás cuanto pida totalmente, sometiéndote sin trabas a mi disfrute de ti durante ese tiempo?

Sumisa: Sí, lo juro por todo, mi señor.

Señor: Repite estas palabras: Juro solemnemente someter a tu voluntad, mi corazón.

Sumisa: Juro solemnemente someterme a tu voluntad, mi corazón (toca su pecho y toca el de su señor), mi mente (toca su frente y la de su señor) y mi alma (toca sus labios y luego los de su señor). Juro solemnemente obedecerte inmediatamente, sin reserva y sin vacilación en lo que me pidas. Juro solemnemente parecer hermosa a tus ojos, sonar graciosa en tus oídos.

(El señor levanta la barbilla de la esclava, que echa los pechos adelante)

Señor: Soy tu señor.

Sumisa: Eres mi señor.

Señor: Soy tu amo.

Sumisa: Eres mi amo

Señor: Soy tu dueño. Eres mi sierva. Eres mi esclava. Tu cuerpo es mío. Sirves mi voluntad. Tu boca es mía. Sirves mi palabra. Tu sexo es mío. Sirves mi placer.

Sumisa: Eres mi dueño, soy tu (el nombre elegido), soy tu esclava. Mi cuerpo es tuyo (la sumisa abre los brazos y lo deja en el aire en forma de T), mi boca es tuya, mi sexo es tuyo. Tu voluntad es la mía. Tus palabras son órdenes. Sirvo a tu placer.

(Después de esta declaración, el señor puede dar una palmada a la muchacha en la cara o la otra parte de su cuerpo y ella baja los brazos)

Señor: Ahora que he tomado la posesión de ti para el período, llevaré tu regalo como símbolo de todo lo que deseo gozar en ti. (El señor coge su regalo que la sumisa le ofrece con dos manos). Dame tu flor, símbolo de tu sometimiento (la sumisa da su flor y se arrodilla ante su señor, con las manos a la espalda de ella. El señor deshoja la flor, pétalo por el pétalo y la sumisa mira caer los pétalos). De la misma forma que he hecho uso esta flor, hago uso de ti. Ahora desnúdate. (La sumisa se quita la ropa y los adornos y vuelve a arrodillarse ante su señor, las manos unidas detrás de ella y las piernas levemente separadas).

(El señor fija sus condiciones)

Señor: Viniste desnuda a mí. (El señor pone en el cuello de la sumisa el collar del dominio). Lo usarás siempre que te lo ordene. (El señor coge la venda negra y con ella tapa la boca de la muchacha). Hablarás cuando lo ordene. Tu cuerpo está para mi placer. Muéstralo. (La sumisa alza sus caderas ofreciendo su sexo). Mi voluntad penetra las barreras de tu cuerpo. Ahora póstrate ante mí. (La sumisa de rodillas pone la cabeza en el suelo). Soy tu señor. No aceptarás más señor y sólo a mi me rogarás que te posea. (Pone un pie sobre la espalda de ella como símbolo del derecho de pernada).

El final

La sumisa ofrece al señor la posibilidad de azotarla, lo cuál hace éste o no, a su voluntad. La sumisa elige el instrumento de azote: fusta, látigo, toallas, las manos…  Tras los azotes, el señor pone una cadena al collar de la sumisa y la conduce al lecho. Allí le quita la mordaza y con ella le venda los ojos. Es atada a la cama. El señor decide si dar o recibir placer. Puede hacerlo el tiempo que desee o hacer sencillamente un gesto ritual. Termina la ceremonia cuando la sumisa baja de la cama y se abraza a las piernas de su señor.

Cosas para el rito

Una mesa de altura normal.

Vela, blanca.

Regalo de sumisa a su señor: algo que la muchacha elige ofrecer porque simboliza la esencia de su sumisión.

Collar auxiliar y cadena (no unidos).

Azote, fusta o toalla no muy grande.

Consolador.

Venda negra para los ojos (colocada junto a la cama).

Vendas o cuerdas (atadas ya a las cuatro esquinas de la cama en la preparación).

Flor roja que la muchacha lleva como símbolo de su entrega.

Es deber de la muchacha asegurarse de que todo lo necesario está listo.

La muchacha

Vestido

La muchacha debe vestir con ropas donde deje claro que ella está ofreciendo su cuerpo a su señor y deben complacer su gusto. Ella debe perfumarse con cuidado. Vestirá al señor si él así lo desea.

Comportamiento general

La muchacha se comporta con humildad, sin ocultar sus partes sexuales a su señor. Su voz debe ser baja pero no un susurro y ella mantiene la cabeza baja en actitud de sumisión. En ningún caso puede corregir a su señor.

https://instructordesumisas.home.blog/


¿Qué haces? ¿qué no harías? Aquí tienes el test para saber tus límites


https://instructordesumisas.home.blog/2020/07/27/test-de-esclava/

La sumisa encara la forma correcta de ejercitar cada tarea desnuda con la mayor naturalidad ante su Maestro. La desnudez del sometido ha de ser total : corporal, mental, y espiritual.

Es importante que una persona sumisa aprenda a sentirse cómoda desnuda; a unas les humilla, a otras les da rubor, otras disfrutan… pero las sumisas sabrán que es una obligación que complace al amo y demuestra su disponibilidad a sus deseos.

La desnudez

Prescindir de las prendas de ropa interior, para estar en disposición de ofrecerse; pensar siempre como sumisa y con atención a lo que el maestro desea. Pensar siempre que un amo orgulloso de la educación, docilidad y obediencia de su sometido, tiene el control absoluto sobre el cuerpo de la sumisa, y por ello puede disponer de él para disfrutar mirándolo o mostrándolo a otros, ayuda a enfrentarse al aprendizaje sobre la desnudez con mayor energía a pesar de que el exhibicionismo no sea una cualidad propia de la naturaleza especifica de su sumisa.

Test de esclava

 Todo se aprende

Tanto en su presencia física, como cuando no se puede dar; cuando hablan por teléfono, chatean, etc. la sumisa acata las órdenes de su Maestro sobre como presentarse ante él, cada maestro puede tener gustos propios.

Para inculcar en la sumisa la disponibilidad, el Maestro le impondrá ejercicios y pautas de conducta y comportamiento que debe observar en todo momento, aunque con dependencia de la oportunidad o la situación, puedan ser modificadas en momentos puntuales.

Lo adecuado es mostrarse siempre desnuda ante el Maestro, esté presente físicamente o  por Chat, mensajes de mail, el teléfono, etc. Completamente desnuda, si por algún motivo de importancia no fuera posible, (situación familiar, enfermedad, clima) al menos sin ropa interior y con las piernas abiertas, en señal de disponibilidad. Se puede completar la desnudez mediante el uso de cámara web o mostrando al Maestro fotografías o grabaciones de vídeo de su sumisa obedeciendo las órdenes recibidas, los “deberes” realizados o cualquier actividad que pueda agradar a su Amo.

Acostumbrarse a la desnudez puede resultar complicado al principio si se comparte casa y no se conocen los horarios de cada persona que viva en ella, es imprescindible controlar los momentos en que se pueden efectuar los ejercicios para el Maestro con tranquilidad y concentración, si se tiene la precaución de tener siempre cerca un batín o algo que permita cubrirse, los problemas derivados de ser sorprendida dejarán de ser un obstáculo.

 Ejercicios

Comenzar por permanecer una hora seguida desnuda haciendo las tareas cotidianas es adecuado, se irá ampliando el número de horas y momentos, adoptando costumbres nuevas en cuanto a la forma de dormir, (desnuda siempre) por ejemplo. Si no hay problemas para vivir desnuda, un ser sumiso debe permanecer así en su casa en perfecta disposición de obedecer al instante las órdenes que puede recibir de su amo en cualquier momento.

El Espejo

Ensayad ante el espejo, mejorad la postura, controlad cada día más la gracia y la desenvoltura al adoptar las posiciones básicas de espera, humillación, servicios concretos. Prueba a controlar el lenguaje corporal, diviértete haciéndolo, juega… sé una puta viciosa, una dama o un perrito faldero para tu amo, un criado, etc. La sumisa crecerá en seguridad al poder ejecutar correctamente cualquier cosa que el Maestro le demande. Verse reflejado en un espejo en actitud y postura de sumisión, ayuda a que el sentimiento se vaya afianzando en el sometido.

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