Todo un juego de sensaciones, que bien podría narrarse así.
Nervios:Es
ese torrente que fluye por tu vientre,
cuando te dicen te voy a azotar, nervios que se transforman en
excitación.
Es la excitación física de saber que dentro de nada vas a
estar en mis rodillas, medio vestida pero sintiéndote más desnuda que sin nada
de ropa, sintiendo mi cuerpo caliente y como mis manos fuertes y firmes te
tocan y te sujetan. Y excitación de pensar que cuando todo termine, nos reconciliaremos
a través de nuestros cuerpos.
Es la excitación mental de saber que ya no tienes el control,
que a partir de ahora, tu mente se bloquea para obedecerte, que te pongo a mi
disposición, que soy yo quien toma las
decisiones sin consultarte, sabes que yo decido
como y cuanto, te excita, es un
extraño placer, como en un baile que me une a ti. Me excita esa sensación de
confianza ciega y mutua, no tenemos muy
a menudo esa oportunidad de confiar a ciegas en alguien.
Sé que te va a doler, pero no te voy a hacer daño.
Miedo: Estas en mis rodillas, tienes el vestido
levantado, tu ropa interior están a mitad de camino de donde deberían, sé
que notas la presión de mi mano apoyada
en tu espalda, como paso mi pierna por encima de las tuyas, te siento indefensa, sin ningún control de la
situación, pequeña y vulnerable, eso da miedo, tu cabeza te dice que luches, que me vayas!, pero ese mismo miedo es a la vez atracción, porque
a la vez sientes que cuido de ti, que nada malo me puede pasar, que todo va
encaminado a sentir y a disfrutar, te siento totalmente comprometida contigo a
pesar del miedo, te siento segura.
Dolor:Los
primeros azotes duelen sobre todo por la sorpresa y la tensión, tu cuerpo esta
tenso, pero a media que van cayendo te
relajas y toda esa excitación hace de anestesia, me relajo y siento, poco a poco voy notando el calor que
sube y reaparece el dolor, esta vez no se diluye, va en aumento, cada nuevo
azote sube un poco más su intensidad y empieza a ser la sensación dominante, lo
que invade todo y tu cabeza empiezas a suplicar en silencio que pare, vuelve la
lucha, quieres poner las manos, gritar, pero no lo haces otra parte de cabeza te pide que aguantes un poco más, que vivas
esa experiencia, las sensaciones son contradictorias de nuevo, la impotencia de
no oponerte, no casa con la excitación que moja tu entrepierna y finalmente
cesan los azotes y solo notas picor, ardor que se irradia por todo tu cuerpo,
necesitas coger aire profundamente, estas agotada.
Necesidad: Después de ese
vacío de tiempo, empiezas a sentir nuevas necesidades que colmar, toda esa
mezcla de sensaciones tensión, nervios y miedo han desaparecido, solo continua
contigo el dolor, pero aparecen de nuevas, te siento pequeña, tierna y muy
vulnerable, siento que necesitas mis
brazos, que te toque, que te que
acaricie, necesitas decir algo pero no te salen las palabras, a veces incluso
tienes ganas de llorar, sabes que tienes
que esperar, a reordenar todas esas sensaciones, que necesitas un poco de
tiempo de soledad sin que me vaya.
Enseguida el dolor y el picor que todo lo invaden, se vuelve un ardor
agradable, tu cuerpo es todo ansia de placer, de experimentación, vuelves a ser
consciente a sentir la excitación, esta vez mucho más lasciva y sexual,
necesitas que te haga mía, sentir otra vez mis
manos, mis dedos y otras cosas
corrompiendo tu cuerpo, volver a sentirte mía de otra manera.
Paz:Es
la palabra que mejor describe, el final de todo este carrusel de sensaciones,
es lo que sienten nuestros cuerpos y mentes después de un juego, una sola palabra:
paz. Después de toda la guerra de sensaciones que acabamos de sentir, todo
termina en paz.
Hace unas semanas,
dentro de todo lo que me ha pasado este mundo me dio un pequeño respiro
y una spankee me hizo una pregunta, sobre la experiencia dolorosa, desde mi
lado del juego. Sé que suena extraño, que parece una paradoja y que haya quien
se pregunte ¿Pues como no te duela la mano?, que duele y no es broma, bueno más
bien pica, aunque también hay que reconocer, que es un picor soportable y que
si la mano pica, es seguro que otra parte del cuerpo de otra persona
literalmente hierve.
El dolor en el spanker, no es físico, es un dolor mental,
psicológico. Una de las características del dolor, es que es algo que no puedes
controlar, sin embargo un spanker durante el juego debe tener el control, sobre
la otra persona y sobre si mismo, por lo tanto debe controlar el dolor. El
dolor en el spanker no lo produce la realidad, no son unos receptores
estimulados que transmiten una información al cerebro y este responde creando
una sensación de dolor, el dolor se gesta directamente en el centro de
operaciones y lo crea el deseo contenido hacia la otra persona y a la vez la
autoexegencia contigo mismo y al ser un dolor que no depende de estímulos
internos, que se gesta desde dentro y por lo tanto controlas.
Pero que sea mental y controlado no significa que no duela,
es doloroso enfrentarte a todas y cada una de tus inseguridades para poder
jugar, inseguridades que además no se rinden fácilmente y hay que golpear duro
para que se rindan. de alguna manera necesito herirme para poder sentirme con
la seguridad suficiente para afrontar un juego, eso lleva a otro dolor, el que
provoca la auto exigencia llevada al límite, que a su vez implica el romper tus
propios valores, sacar tu parte más fría y calculadora, sin dejar de parecer
cálido y cercano, no es nada fácil y realmente doloroso, llevar dos batallas
paralelas, una contigo mismo y la otra evitando a toda costa que se transmita,
tienes que gestionar todas las dudas y titubeos que te asaltan por momentos, a
la vez mostrar la firmeza y determinación imprescindibles para jugar y todo
ello sin perder la concentración necesaria, para saber interpretar toda la
información que recibes de la otra persona. Los juegos son excitantes cierto,
pero también tienen para mí una carga dolorosa,
de tensión y exigencia, estoy
seguro que si no la tuviesen, perderían su encanto.