La negociación es el proceso de planear una escena SM
o, en algunos casos, una relación entera. En este apartado nos centraremos en
crear un espacio sano y salvo en donde vuestra imaginación pueda volar durante
unas horas. Las relaciones y los contratos SM se discuten en todos los
apartados de este libro.
Hay un montón de detalles que discutir: cuándo y dónde
tendrá lugar la escena, que roles se adoptarán, que límites (por ejemplo que
actividades concretas se practicarán o no se practicarán), que palabra de
seguridad se empleará (una contraseña que se utilice para acabar con lo que
está sucediendo), si habrá o no sexo genital, qué tipo de control de natalidad
emplear, quien aportará los instrumentos para un sexo seguro, si pasareis o no
la noche juntos después, quien se encargará de la limpieza, quien será
responsable de la cuenta de la cena, de los taxis, de la habitación de hotel o
de cualquier otro gasto.
Ciertas negociaciones pueden llevar días, semanas o
incluso meses, y no es necesario que tengan lugar cara a cara. A algunas
personas les parece más excitante o conveniente establecer los acuerdos por
correspondencia, enviando a su pareja un cuestionario que deberá rellenar, o
concertando una entrevista telefónica. Si uno de vosotros mantiene una relación
con alguien que no intervendrá en la escena, normalmente es buena idea incluir
a esa persona en las negociaciones, para asegurarse de que cuando el juego haya
concluido y ambos sigais vuestros caminos por separado no será un infierno.
La negociacion también puede ser rápida, según el
entorno en el que os encontreis y lo bien que conozcais a la otra persona o lo
bien que sintoniceis ambos. Por ejemplo, si estais en una fiesta SM y quereis
besar los tacones altos de una apabullante dominatrix a quien habeis visto
muchas veces hincar los zapatos en la cara de los chicos malos, tardarás menos
en negociar esa escena que lo que me cuesta a mí escribirlo.
La negociación no se acaba una vez empieza la escena.
Obtener el consentimiento es una tarea constante a lo largo de toda la escena.
Ambos podeis acordar incluir una actividad de la que no habiais hablado de
antemano. A veces se cambia de opinión. Si una escena marcha realmente bien y
existe una buena armonía, tal vez un sumiso esté ansioso por probar cosas
nuevas que antes no le resultaban atractivas. O una escena puede descubrir
viejos sentimientos de tristeza, rabia o terror que son necesarios tratar.
Dentro de la escena, el lenguaje corporal puede ser un
modo eficaz de comunicarse, siempre que vuestra pareja sea lo bastante hábil
para interpretarlo. Un dominante listo dará al sumiso ciertas ayudas. «¿De
veras te gusta esto o no? Bueno, si te gusta, es mejor que levantes ese culo en
el aire. Quiero ver como se levanta de la cama y lo pide. No esperes que yo
haga todo el trabajo. Si quieres que te de lo que necesitas, pon el culo en
pompa.»
Un sumiso astuto dará con el modo de transmitir
reacciones negativas o nuevas necesidades a su dominante sin quebrantar el rol.
(…) “Suplico el permiso del amo para hablar, senor. Si permitís a vuestra
indigna esclava serviros recibiendo diez minutos más de ese tortuoso gato de
nueve colas, os estaría eternamente agradecida, señor”. Si no puedes soportar
esto y sientes que tu rol no te permite hablar con franqueza a tu pareja,
utiliza contraseñas, tómate un respiro y dile como te sientes. No lo dejes
pasar. Un buen dominante quiere un cuadro completo de la reacción física y
psicológica del sumiso.