Me sentí avergonzada, aterrorizada al descubrir mi maestro mi impúdico secreto, pero reaccioné de la única manera posible frente un macho como él, grande y fuerte: me di la vuelta, y mirándole con ojos turbios... qué hermosos labios tiene, mmmmmmmm, que delicia sus piernas fuertes y esbeltas, encendida de pasión le dije: “fóllame, mi señor, fóllame, maestro”. Entonces de un solo zarandeo me subió a sus muslos dejando mi culo en pompa y comenzó a azotarme con la mano muy fuertemente. Unas veces su mano caía sobre el nacimiento de mis nalgas, otras sus dedos alcanzaban mi húmedo y tembloroso coño como pequeños latigazos.
_ ¿Qué es todo esto, esclava? Cuéntame tus fantasías ahora mismo! – y lanzaba su mano contra mis nalgas dejando dolorosas marcas
_ ¡Ay, amo, siiiigueee, no pares... maestro!
_ ¿Qué estabas imaginando? Cuéntamelo ahora mismo!
_ El toooro, mi señor, ayyyyy, maestro, aaamoooo – me ardían las nalgas, pero deseaba aquel castigo. Con cada azote mi coño jugoso rebotaba sobre su muslo. Yo me retorcía cual furcia gozosa restregándome contra él. Junger se puso de pie y me hizo caer al suelo. Me arrastré hasta sus piernas, me agarró del pelo y me dio un bofetón, pero yo no podía parar ni siquiera por el dolor, estaba poseída de un frenesí, deseaba al amo más que nada en el mundo. El toro era el maestro, joder, era él. Me agarró de las axilas y me puso en pie, metió su mano derecha entre mis piernas para luego mostrármela mojada.
_ Tienes el coño palpitando, zorra – sus ojos estaban encendidos, me tiró de un empujón en la cama – ¡Mastúrbate, esclava, enséñamelo bien abierto! Lo hice. Jadeaba mientras imploraba que me montara.
Se quitó el bañador, que era la única pieza de ropa que llevaba, dejando su erecta polla al aire. Sujetó mis tobillos con fuerza alzando mis piernas de golpe. Fue tirando de ellos hasta tener mi sexo a la altura de su boca y empezó a mordisquearlo y a lamerlo entre gruñidos, saboreándolo. Yo estaba enloquecida de placer, por dos veces llegué al orgasmo con la lengua y los dedos del maestro entrando y saliendo rápido de mi sexo. Luego él volvió a tirar de mis piernas para acercar mi cuerpo al suyo, y a horcajadas, agarrándome por las caderas me penetró vigorosamente, a lo bestia. Sus huevos chocaban contra mis heridas nalgas, su polla me reventaba por dentro a cada embestida, quemando como una brasa. Cuando noté el temblor de su orgasmo, y su semen corrió por mis entrañas como un río caliente, una ola de placer me subió del sexo a la garganta atravesándome toda. Grité. Me agarré fuerte a sus nalgas para extraer con las convulsiones de mi coño hasta la última gota de su semen, que luego chorreó largamente por mi raja cuando ya reposaba en la cama, tan satisfecha. Él estaba empapado de sudor. Se tiró boca arriba con las piernas abiertas y los brazos extendidos.
Cuando recuperó el aliento, me pasó el brazo por detrás de la cabeza y me atrajo hacia él. El vello de su pecho me hacía cosquillas en la cara. Aspire el penetrante olor a macho que desprendía, mis fosas nasales se abrieron para ser inundadas por esa delicia de hormonas. En sus brazos me sentía en la gloria, tan tierna, tan amada, amando tanto
_ Maestro– susurré
Esclava Arkadia: Te miro con tranquilidad, noto que mis pezones se endurecen, me cosquillean los labios de abajo.
Señor: me recuesto y me bajo los pantalones para liberar mi sexo, agarro mis huevos con una mano y con la otra empiezo a frotarme pasando el pulgar por la punta y por el frenillo.
Esclava Arkadia: se me abre la boca que la tengo llena de saliva, esperaba ese momento, poder verte la verga; un escalofrío me recorre la espalda y con una mano me acaricio la barriga y me abrazo a mi misma yo.
Señor: doy la vuelta y me pongo boca abajo, me sujeto con los brazos sobre el sofá para aumentar la presión y froto mi polla entre el sofá y mi cuerpo, despacio, muy despacio.
Esclava Arkadia: Deseo ir hacia tu cuerpo, inclinarme, besarte una vez en la nalga, inclinarme más y lamer tus testículos, pasar la lengua entre los cachetes y morderte. Pero me quedo donde estoy, instintivamente al imaginar mi lengua un dedo se me ha escurrido entre mi sexo.
Señor: giro y miro al frutero, cojo una sandía y, con un cuchillo, le practico una abertura que quiere ser redonda. Boca arriba, con las piernas recogidas, meto mi polla por el agujero de la sandía, húmeda, y comienzo a follarla sujetándola con una mano mientras la otra recorre mi vientre y mi pecho. Ahora la agarro con las dos manos y la embisto mientras mis manos la empujan arriba y abajo, mis ojos miran tu cuerpo mientras siento el líquido de la fruta resbalar por mi verga y mis testículos, paso la lengua por mis labios, mis caderas se agitan cadenciosas, mi culo se eleva.
Esclava Arkadia: Abro la boca, rozo mis pechos, chupo el dedo impregnado de mis fluidos. Me pellizco los pezones y abro las piernas, te contemplo, me muerdo el labio, quiero ir a ti pero me reprimo también reprimo el placer más allá de rozarme para tentarme.
Señor: abandono la fruta y me pongo de pie, mis dos manos recorren mi sexo impregnado del zumo de la sandía, mis brazos se tensan, mis manos aprietan mi verga y la hacen crecer y brillar, mis ojos se entornan.
Esclava Arkadia: “Ojalá viniese a por mi” pienso mientras aguanto la respiración
Señor: digo tu nombre, te ordeno que te arrodilles ante mí.
Esclava Arkadia: termino de abrir la puerta despacio, avergonzada, te miro a los ojos, me pongo de rodillas sosteniendo la mirada, apoyo las manos en el suelo mientras me miras, avanzo a cuatro patas esta vez con los ojos fijos en tu polla.
Señor: detengo tu avance con una mano, pego mi pie a tu sexo, y sigo masturbándome mirándote fijamente a los ojos. De tarde en tarde, como por descuido, mi falo roza tu cara, miro recorriendo tu cuerpo con los ojos, mis dedos abren tu boca, estoy llegando al paroxismo.
Esclava Arkadia: con mucho esfuerzo y un nudo en la garganta te desafío, me quedo impasible, aunque obedezco estoy enfadada.
Señor: recojo el cinturón y te azoto mientras continuó masturbándome, mi verga está a dos centímetros de tu hermosa faz.
Esclava Arkadia: ahogo cualquier quejido como puedo.
Señor: grito tu nombre, me vierto en tu cara, en tus pechos.
Esclava Arkadia: abro la boca, recibo lo que caiga, cuando deja de llover te miro.
Señor: entonces me tumbo a tu lado pero al revés y mi boca se abre camino entre tus muslos, mi lengua saluda a tu clítoris antes de bucear en tu coño, mordisqueo tus labios vaginales a la par.
Esclava Arkadia: gimo, no puedo evitar gemir, mis caderas se mueven poco a poco.
Señor: mis manos aprisionan tus nalgas para acercarte más, abrirte más y mi lengua camina en todo tu sexo, cojo el clítoris con los labios y lo chupo, mi lengua lame todo tu sexo.
Esclava Arkadia: “muérdeme, mi señor” te digo.
Señor: meto dos dedos en tu cuerpo, uno en tu coño, otro en tu ano y mi lengua gira y golpea tu botón mágico, bombeo con mis manos en tu interior.
Esclava Arkadia: me estremezco, me muevo a tu ritmo, quiero sentirlo todo, lleno, hondo.
Señor: mis dedos describen círculos en tu coño, otro profundiza en tu culo, mi lengua abrasa tu monte de Venus mientras mi falo golpea tu rostro, con el dedo corazón acaricio la pared frontal de tu vagina.
Esclava Arkadia: lamo, lamo allá donde alcanzo, deseo que me tomes y que lo hagas fuerte pero despacio.
Señor: el pulgar entra y sale de tu culo apretado.
Esclava Arkadia: estoy en un punto crítico, quiero que me folles pero no quiero que pares.
Señor: mi verga resucita en tu boca, me tumbo y te ordeno que te sientes sobre mi polla de espaldas a mi
Esclava Arkadia: la animo con la lengua, aprieto los labios.
Señor: llevo el ritmo agitando tus caderas, buscando tus tetas, magreándolas, torturando tus pezones, empujándote por los hombros para entrar más en ti.
Esclava Arkadia: me sujeto a mis caderas.
Señor: te sujeto del pelo para hacerte girar la cabeza.
Esclava Arkadia: abro la boca, quiero besarte y que me penetres con la lengua.
Señor: azoto tus nalgas con mis manos antes de ordenarte que gires, de rodillas nos abrazamos, te beso con fuerza, con ganas, antes de empujarte y quedas boca arriba y vuelvo a penetrarte metiéndotela despacio y con fuerza agarro tus tetas, te beso, aprieto tu cuello, te abofeteo suavemente sin apartar mis ojos de los tuyos, muerdo tus labios.
Esclava Arkadia: no sé si gimo o si grito, estoy al límite.
Señor: busco tu lengua con la mía, mi cuerpo se funde con el tuyo en las caderas, mi falo en tu vagina entra y sale ansioso, te sujeto de las muñecas.
Esclava Arkadia: el baile de lenguas me hace sujetarte la cabeza para que no te vayas, mis caderas ayudan a tu ritmo.
Señor: ato tus manos a la pata de la mesa y mordisqueo tu cuerpo sin dejar de cabalgarte, te ordeno que saques la lengua y la lamo, la chupo, la succiono.
Esclava Arkadia: quiero sufrir una larga agonía, que no me dejes llegar hasta que no aguante más…
Señor: hago que la base de mi polla al entrar y salir roce tu clítoris, cuando te veo a punto de llegar, te abofeteo sin dejar de follarte, mis manos van de tus nalgas a tu pelo, a través de tus caderas, de tu vientre, de tus senos.
Esclava Arkadia: me desconciertas, me vuelves loca.
Señor: muerdo tus hombros, lamo tu cuello, succiono tus pezones, los rozo con los dientes.
Esclava Arkadia: te pido más, mis caderas se mueven más rápido, mi boca se abre.
Señor: levanto tus piernas y paso mis hombros bajo ellas ahora estás tumbada pero te follo arrodillado, pellizco tus nalgas, afianzo tus caderas.
Esclava Arkadia: intento escapar de los pellizcos.
Señor: te grito la lujuria que me invade, saco la polla y aporreo con ella tu sexo, vuelvo a meterla pero ahora te sodomizo.
Esclava Arkadia: voy a reventar, me hierve tu calor.
Señor: mientras meto dos dedos en tu coño y se retuercen vibrantes en él.
Esclava Arkadia: me cuesta respirar, estoy acelerada.
Señor: meto la otra mano en tu boca.
Esclava Arkadia: mi piel te pide a gritos.
Señor: los dedos húmedos relevan a los anteriores en tu sexo, me acelera sentir el choque de mis huevos contra tu cuerpo.
Esclava Arkadia: a mi me encanta, me pone, me dan ganas de comérmelos.
Señor: libero tus manos y vuelvo a follarte, abrazado a tí, sujetando tu cabeza, tirando de tu adorable pelo, el ritmo crece imparable.
Esclava Arkadia: te susurro que estoy a punto de correrme, que quiero correrme.
Señor: te beso, lamo tu cara, muerdo tu cuello, tus orejas, te susurro en ellas mi deseo, todo lo que haremos esta noche y cuando amanezca la fuerza de mis embistes te arrastra por el suelo.
Esclava Arkadia: te susurro que te quiero, mi señor, mientras el orgasmo llena mi boca y engordan las palabras.
Señor: al escucharte me vierto de nuevo, en tu interior, una explosión de dicha, te beso mientras continuo, quiero beber tu orgasmo.
Esclava Arkadia: se me humedecen los ojos, no lloro, estoy emocionada, soy feliz.
Señor: te miro fijamente a ellos mientras sigo haciéndote mía.
Esclava Arkadia: me encanta que sigas, soy tuya, disfruto con la fricción, le da un gusto más agradable al orgasmo, lo hace más largote beso por todos los sitios que alcanzo de tu cuerpo, te huelo y te aprieto, me aprieto a ti.
Señor: me tiendo a tu lado feliz, te miro expresando mi deseo: haz lo que quieras con mi cuerpo.
Esclava Arkadia: me pongo de costado, te acaricio el pecho con la nariz, te hago cosquillas en la cara con mi pelo.
Señor: me hace sonreir.
Esclava Arkadia: recorro tu torso con mi mano abierta, rozo tu vientre con la yema de los dedos, abro la palma para atrapar tu muslo, te beso la barriga, te miro los ojos, te miro la boca y te beso los ojos y la boca.
Decido vivir libremente mi sexualidad sin ninguna limitación o prejuicio, eliminando cualquier rastro de timidez o pudor con el objetivo único de proporcionar placer a mi Amo.
Por tanto, me comprometo a:
Con el deseo de convertirme en tu perra, tu hembra, tu puta, tu esclava, suscribo este compromiso ajustándome tu collar.
Asteria {maestro látigo}
Sólo tú sabes cómo excitarme. Sólo tú sabes qué me gusta. Sólo tú sabes cómo hacerme perder el control. Sólo tú sabes qué hace revolverme en el placer. Sólo tú me haces llegar al clímax. Sólo tú puedes hacerme mezclar sentimiento con carne. Sólo tú sabes qué palabras me excitan. Sólo tú sabes qué espero.
Sólo tú conoces mis secretos. Sólo tú conoces mis deseos más ocultos. Sólo tú conoces mis más profundos defectos. Sólo tú sabes sacar las mayores de mis virtudes. Sólo tú me das confianza. Sólo tú me la puedes quitar.
Sólo tú me sabes domar. Sólo tú me sabes controlar. Sólo tú sabes abrirme o cerrarme. Sólo tú tienes el poder.
Sólo tú. Tú.
Arkadia {mi señor}
Comparezco ante ti con la cabeza gacha y con ojos implorantes de castigo. He tenido miedo y he escapado, en esta era lamentablemente es muy fácil hacerlo para los cobardes, y yo lo soy. También es cierto que hay que ser valiente para volver sobre los propios pasos y agachar la cabeza cuando corresponde, como es en este momento mi caso.
Mis miedos pasan por caminar sola y libremente, mi miedo es equivocarme y que no haya quien me diga que lo he hecho mal, mi miedo es que no haya nadie a quien le sean indiferentes mis tareas y me obligue así a trabajar con rabia y con ahínco para en algún momento destacar por el verdadero esfuerzo. Mi miedo en definitiva, soy yo en soledad; otro de mis miedos y a la vez de mis pasiones es cambiar.
Maestro, a menudo me pregunto si sirvo para algo o si por el contrario sólo es que no quiero servir para nada. También podemos imaginar que en esos mundos sueñan con un mundo como el nuestro. Maestro, por imaginar también puedo fantasear con alguien que tape los huecos de mis miedos y que me haga sentirme un poco más agradecida de tener los pies sobre la Tierra. Quiero mucho a quienes me rodean, pero ellos no saben hacerme sentir agradecida, no por falta de esfuerzos sino porque yo no soy como ellos, no les culpo. Soy tuya, ahora lo sé.
Maestro, he pensado mucho, te admiro aunque siento que apenas te conozco, te tengo miedo por desconocimiento, te quiero por aquello que me has mostrado y te respeto por lo que sé y por lo que no sé. Ahora me arrodillo ante ti y te ofrezco mis muñecas para que me tomes como esclava, porque en dos meses me has sometido sin una sola palabra, tómame y átame fuerte porque no quiero poder escapar. No me creo digna y mucho menos capaz, pero espero que la fortuna me sonría.
Hoy me someto a la voluntad de mi Señor, con fe en lo que me es desconocido y con la confianza de que va a hacer de mí mejor persona. A pesar del miedo, a pesar del orgullo de una niña caprichosa, se me puede observar a los pies de mi amo. Y es él y no otro porque cumple todas las características que admiro y deseo para mi, tiene un carácter fuerte y firme con el que quedas embelesada porque riega cada una de sus palabras con amor y convicción; explorador nato de conocimientos, territorios y experiencias. Así lo veo yo.
Me gustaría poder decir que todo aquello que me mande lo voy a acoger con alegría y devoción, lo que creo es que acabo de adquirir unas obligaciones que en muchos casos no quisiera hacerlas porque “no van conmigo”, pero las cumpliré porque son su voluntad y él tiene la obligación de saber qué es lo mejor para mi; entonces, después de realizarlas es cuando sentiré la alegría, alegría de haber satisfecho a mi Señor y alegría propia de haber superado un obstáculo. Y poco a poco iré levantando la cabeza para poder mirarme al espejo y no quedar espantada, y si algún día a mi amo le place, podré ser dueña de mi misma con la tranquilidad de saber que mi amo me ha enseñado a no hacerme daño propio.
Debo postrarme, es mi primera obligación y tengo inquina, aunque no la puedo razonar. Lo hago, por amor a él y por amor a mi.
Maestro, mi Señor.
Compártelo:Soy de Argentina y tengo 20 años :)
No aguanto más...
Abro los ojos y estás ahí, observando en la ventana...
Con esa sonrisa ligera, no alcanzo a ver tu mirada. Tan sólo esa barba, la espalda ancha y en tu mano un cordón de calzado.
Despierto de mi trance y escucho el sonido de la puerta, intrigada y nerviosa, decido abrir y eres tú... imponente, formal, de corbata y con ese cordón entrelazando las manos, sonríes y... dices, ¡Te he visto!...
Sonrojada, imaginando que aquello no fue mi mente, que estabas ahí, en la ventana, observandome.
Respondo, co como?.
Dices, si, te he visto!!!, se lo que deseas, se porque lo haces, y se que te gusta que te observen.
Mis piernas tiemblan, algo extraño que no puedo controlar, que no puedo detener, recorre mi cuerpo.
Puedo pasar?, dices.
Claro!, digo con nerviosismo.
Desnuda!!!, dices.
Qué?, respondo.
Desnuda te vi, Sucu.
Qué?, cómo pudo ser?, me vio!!!, siento curiosidad por saber que más observó, será que alcanzo a ver...
Te vi completamente, no podrás ocultar nada. Esa prenda que llevas puesta es necesaria?.
Mi cabeza explotara, que pretende?, a qué a venido a tocar mi puerta?, por qué mis pezones sienten frío, por qué su porte es tan imponente, por qué tiemblan mis piernas?, que es lo que deseo? Y qué es lo que el quiere de mi.
Uhm... Si?... respondo.
NO!!!Y no deberías avergonzarte de tu desnudez, esas caderas anchas, tus curvas que se confunden en las sombras y la luz, esos senos prominentes, cómo globos que quieren explotar, esos pezones grandes, piernas tonificadas y tu culo de azote.
Cu... culo de azote?.
Si!!!
Me encanta tu figura prominente, abierta al placer, a la lujuria, deseas ser poseida. Lo sé, he visto tu alma, la quiero para mi. Quiero que mojes tus bragas al escuchar mi nombre, que tiembles al darte una orden, que gimas cuando lo pida, que vistas como deseo, te quiero desnuda, quiero tu piel, tu sexo, tu mente...
LA VENDA: La venda es un símbolo de confianza y de entrega ciega. Es el respeto y el control del amo sobre las acciones de la esclava, ya que es dueño absoluto en ese momento y es responsable de su sumisa, en sus manos está la ciega confianza de su esclava, que espera sin saber qué va a hacerla.
EL LATIGO, LA FUSTA: Son los instrumentos que más veneración despiertan en la sometida, vehículos del castigo y el gozo, símbolos de autoridad y dominio del amo. Un dominio consentido por la sumisa, que en el ritual de iniciación entrega por su propia mano a su dueño estos instrumentos, y con ellos su completa sumisión a sus deseos.
LA CADENA, LA CUERDA: Las ataduras simbolizan la total sumisión, quien se deja atar, se pone por completo en manos del amo. A veces en la iniciación se suele atar las manos de la sumisa con ataduras simples, o con una cadena fina, que puede ser rota con facilidad, al igual que basta la palabra de la sumisa pidiendo ser desatada para finalizar una sesión. Se entrega por voluntad propia, y es libre de marcharse. Algunos usan la fina cadena de plata para atar las manos de la sierva en su rito de iniciación. No es el grosor la que retiene la sumisa junto al amo, sino la pureza de la entrega, noble como la plata.LA MASCARA: Despojada de lo más elemental de su identidad, su rostro, la sometida se siente como un objeto a merced de los deseos del amo. Para la sierva, la máscara oculta emociones, miedos, sentimientos... para mostrar al sumiso que su entrega está por encima de sus emociones. Tiene que dar lo mejor, para ser digno de su aprobación.
LA MORDAZA, LA PALABRA: El uso de la mordaza requiere confianza entre amo y esclava. Si bien escuchar sus dudas, sus miedos, sus anhelos... A veces el silencio de la sumisa no indica que se sea un excelente amo...también se calla por devoción y respeto. Un buen amo ha de saber oír a su esclava, hasta cuando calla.
LAS BOTAS: Estar literalmente a los pies del amo, ser tan solo digna de besar sus pies... Suelo recordar a mi sumisa que no es preciso el uso de botas para pisotear su rebeldía y su orgullo. Próximo y con los pies en el suelo, cercano a su sierva para atenderla y enseñarle el camino.