Cristales de Sal.
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Nací y crecí en un pequeño pueblo llamado "El Hatillo" de características agrícolas que el tiempo fue modificando agregándole cierto aire turístico. Ubicado al sureste de la capital, con un clima agradable ligeramente alterado por temporadas de lluvia y frio, lo cual le proporcionaba justamente una atmosfera increíblemente atractiva en especial durante los meses de diciembre, enero y febrero que era cuando descendía más la temperatura.
Mis padres me adoraban y protegían mucho por ser la única niña entre mis hermanos. Sobre todo recuerdo al tío Miguel, hermano de mi madre quien luego de un traumático fracaso amoroso se vino a vivir con nosotros. Miguel era un solterón que ya rondaba los 40 años y fue exactamente el responsable de muchas de las travesuras que yo inventaba. Y además justamente fue él; quien con sus juegos sensuales produjo grandes cambios en mi vida.
(Se aceptan arepas al entrar)
No es un grupo de contactos, lo siento. Pero si es un grupo para charlar, debatir, informar y sobretodo participar y conocernos.
Espero verte ahí, mi arepa con jamón por fis.
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Rendirse no es perder. Es descubrirse. Es abrir el alma en un acto de entrega tan puro que trasciende el cuerpo y la razón. No es sumisión vacía, sino un sacrificio cargado de significado, un himno a la devoción.
Cuando un sumiso se rinde por completo, no lo hace por debilidad, sino porque ha encontrado un propósito más allá del ego. Su voluntad se convierte en un obsequio, su obediencia en un poema escrito en miradas y gestos. Ya no hay resistencia, solo el placer de pertenecer, de ser moldeado, de ser guiado con firmeza y deleite.
Es un viaje sin retorno hacia la libertad más auténtica: la de no cargar con la carga del control, la de confiar ciegamente en manos que saben exactamente qué hacer con él. Es el equilibrio perfecto entre deseo y destino, entre caos y disciplina, entre la más profunda vulnerabilidad y la más sublime adoración.
Porque rendirse, en su máxima expresión, no es caer. Es elevarse. Es volverse eterno en la voluntad de quien merece su entrega.