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Sucu M

El entrenamiento


Día 1


- A qué se refiere con entrenamiento? - pregunto.


Su respuesta de completo silencio me hace pensar que es inútil comunicarme con él (al menos en palabras) y que mi llanto no le causará ningún efecto más que una vil indiferencia.


Opto por observar y estar atenta a cualquier descuido para poder huir.


- Primero, debes alimentarte. Una perra hambrienta no tendrá la suficiente energía para ejercitarse - me dice.


Abre la puertilla de la jaula y toma con sus grandes manos las tazas y las acerca a mí. Lo muerdo. A lo que retira inmediatamente su mano y cierra la puerta.


- Aprenderás a comportarte -.


Apaga la luz y sale nuevamente del cuarto.


Al par de horas le grito, siento que mi vejiga se inflama y está a punto de explotar... Le grito insistentemente. Siento que no aguanto. No responde. Le suplico. Sigue indiferente. Mi cuerpo no puede contener los deseos irrefrenables de orinar y suelto fuertemente mi chorro amarillo en aquel lugar de encierro. Siento el descanso de liberar mi vejiga pero la incomodidad de estar encima de mi propia inmundicia. Lo llamo pero es inútil. Mis peticiones no obtienen respuesta y empiezo a pensar que fue por haberlo mordido. Quizá, ese es mi castigo. Me siento humillada y frustrada. Debo buscar un momento apropiado y ser más inteligente para lograr mi escape.


Con el paso de las horas el olor se hace más fuerte y humedece mis pies y rodillas. Intento sentarme pero la jaula es demasiado baja y solo me permite estar de rodillas, acostada o de lado. Así que estoy obligada a mantener dichas posiciones. Me recuesto de medio lado para evitar el líquido me roce el cuerpo pero es inútil. Cómo una fuente recorre toda la jaula y me ensucio en mi propia inmundicia. Le llamo de nuevo pero igual, es inútil.


Resignada, me recuesto en mi propia orina a lo que mis pechos, abdomen y piernas quedan impregnados.


Pasan varias horas y se abre la puerta del cuarto. Estoy extrañamente feliz de sentir su presencia. Y le pido me saque de allí para poder limpiarme.


Me observa y una ligera sonrisa escapa de su rostro.


- no te has aguantado perrita mala ... Parece que habrá que limpiar el desastre que haz hecho - y agrega- Harás todo cuánto te diga o dormirás así hoy-


Asiento con la cabeza y le digo que sí.


Se acerca a la jaula, abre la puertecilla, toma un collar y una correa y lo pone sobre mi cabeza. Me alejo y me dice que sin ello no podré salir. Que no me hará daño.


Acerco la cabeza al collar y lo desliza por mi cuello, lo ajusta y le coloca la correa. Jala la correa y me pide que salga. Salgo de la jaula e intento ponerme en pie pero mis rodillas no responden y caigo al suelo.


- buena perra, ésta será tú nueva posición - sonríe.


Me dirige hacía el baño. Una confortable tina de espuma y agua tibia. Me alza y me sienta sobre la tina. Toma una esponja y recorre mi cuerpo con suavidad. Se detiene a masajear mis pechos, es la zona que más disfruta. Sonríe y roza mis pezones con presión. Empiezo a observar como su rostro se transforma. Una mirada intensa y perverida lo envuelve.


Resbala la esponja por mi abdomen hasta cubrir mi pelvis y mi zona íntima. Roza mis genitales con fricción a lo que siento incomodidad y cierro instintivamente mis piernas.


- tranquila - dice. Hay que lavar  bien las zonas.


Insiste en frotar mis genitales a lo que empujó su mano para ponerme en pie. Me saca de la tina y toma la ducha, me enjuaga con un fuerte chorro de agua tibia para sacar los restos de jabón. Toma una toalla y me envuelve en ella.


- estás lista perrita -


Me pone en cunclillas y me dirije hacía afuera con la correa. Observo un inmenso campo verde, árboles, pasto y un par de pelotas de goma. Hace un clima cálido. Me resisto a salir desnuda y jala mi correa. Me expone al campo y al aire.


 Siento el viento avariciar mi vulva y mis pezones se erectan.


 Me siento. Jala la correa. 


- Vamos!!! - ordena. 


Señala un espacio cercado. 


"Es el momento de escapar" pienso. Me dirige al lugar pero está rodeado de púas.


- será el lugar de hacer tus necesidades - señala al pasto.


Cómo... Aqu...- Silencio!!! - ordena.


-!!! Aquí defecaras y orinarás


Impactada, intento procesar la información pero me resisto a la idea.


Intento observar a mí alrededor, pero no veo escapatoria.


 Todo lo tiene calculado. Cada rincón está perfectamente construido. Será difícil saltar la reja con aquellas puntas de púas puntiagudas.


Nuevamente, mi vejiga quiere evacuar a lo que le pido, me lleve a un baño.


Señala el pasto y le pido por favor me permita usar el baño (pues mi vejiga mi es la única llena). Niega señalando el pasto.


Me siento, inclinada y comienzo a evacuar.


- expulsa todo de tus orificios - ordena.


Defeco y orino en el pasto sin mayor resistencia a lo que él posteriormente me limpia con un paño húmedo.


- que buena perrita tengo - dice con felicidad - te acostumbrarás con el tiempo -


Queee. Con el tiempo? Cuánto tiempo piensa que estaré así?, Que resistiré sus vejaciones y humillaciones. No. Me resisto a ser parte de su plan, de su juego, de sus intenciones pervertidas...


Bien, ahora debo examinar esos orificios - lo dice observando con particular morbo...