Sus manos estaban atadas, su piel erizada por el tacto del látigo bajando por sus piernas, quiero que jadees tan fuerte que las paredes retumben, sumisa ante la mirada penetrante de mis ojos cafés, pidiendo con la mirada que me adentrara en ese mar lleno de lleno de deseo y perdición.
Me pregunto si también recuerdas el color de mi ropa interior de aquel día en el baño de la oficina, mientras todos trabajaban en sus cubículos, tu te sumergías en mis aguas profundas y desesperantes, tus manos en busca de mis nalgas y tu lengua buscando el calor de mis labios; mi cara reflejaba lo que no podía gritar "mas y fuerte", con una mano me tomabas del cuello por detrás y la otra sujetaba mi cintura hacia ti, con fuerza, poder y posesión, mi mirada buscaba la tuya en el espejo, debo admitir que la adrenalina y el deseo que se sentía, era realmente placentero, era color negro por si lo olvidas.
Luna, la de la mirada penetrante y la sonrisa tímida, la que calla los pensamientos perversos de días y de noche se hacen realidad, mientras ahoga los gritos de placer en aquel cuarto. Muchos la cuestionan por ser tan calmada y callada, es de esas mujeres que te embriagan con la mirada y que basta una sola palabra para querer saber más de ella. No cualquiera a tenido la dicha de poder sumergirse en su mundo, no cualquiera es digno de luna.