El Amo ideal sabe que su autocontrol es básico para dominar a su sumisa. Como Amo, es firme hasta el punto de hacer que las lagrimas fluyan y, como amante, no duda en lamerlas de su rostro. Acepta la veneración de su sumisa y corresponde con la ternura de quien sabe que su posición no se resiente por expresar sentimientos hacia ella. Consciente de la diferencia entre realidad y fantasía, no duda en olvidarse de los roles para ser un amigo cuando ella le necesita Él entiende que para poseer a una mujer, se debe cortejar su mente con inteligencia y humor; ganar su alma con pasión y calidez, y su cuerpo con firmeza y determinación. Actúa como galante caballero movido por un antiguo código de honor que, los que no conocen critican o, en el mejor de los casos, aceptan sin comprender. De naturaleza protectora, defiende el honor de su sumisa que, por extensión, siente como suyo. Y es consciente de que la diferencia de los roles no implica inferioridad Él es un sutil sádico que utiliza el dolor para extender las fronteras del placer pero sin que ese dolor produzca daño. Es el tutor y el guía que hace volar a su sumisa proporcionándole la motivación para dar el salto inicial, el coraje para arrojarse al vacío, la determinación para mantenerse en vuelo y la osadía de perseguir cimas más altas. Pero no es un mago. Es simplemente un egocéntrico que persigue entrar en lo mas intimo y afianzarse en ese lugar.
El Muro