Fuíste la luz que me sacó de la oscuridad.
Promesa de mí otra mitad.
Anhelo de mis fantasías, perversiones y pasiones.
Sumisa y complaciente decías que sí a mis locuras.
Abrazabas mí alma y calentabas mí cuerpo con tú entrega.
Ansiabas mis cuerdas, ser mí prisionera,
Ansiabas ser aquel tesoro que cuidaría con recelo.
Y yo, deseaba atarte para que no escaparas,
para tenerte cerca de mí.
Mí voz fue la guía de tu éxtasis,
Fue la cuerda que ataba tú barco a mí muelle.
Aquello fue tan cercano y tan lejano a la vez.
Ahora mí voz se pierde en el vacío,
y mis cuerdas han perdido su propósito
Ahora que puedo ver el horizonte, ¡comprendo todo!
Y ya no estás…
El Muro
Demasiado hermoso