Las reglas básicas del sadomasoquismo son consecuencia de los principios básicos del mismo.
1.Negociación. La participación en una sesión sadomasoquista debe ser negociada de antemano. Antes de que dos o más personas jueguen, deben tomarse todo el tiempo que sea necesario para dialogar seriamente de modo que puedan acordar con claridad quién hará qué, dentro de qué límites y durante cuánto tiempo. El mejor momento para negociar es antes del juego, preferiblemente mientras los dos jugadores están vestidos y ninguno está interpretando su rol. Cuando dos personas están juntas y solas, y una de ellas está desnuda y atada y la otra está de pie ante ella, con pinzas y otros elementos de tortura erótica, no es el momento de tener un intercambio serio de expectativas. Esta negociación garantiza un consenso informado que incluye una comprensión de los límites, cuánta experiencia tienen los participantes, cuánto durará la sesión, medidas de seguridad que se tomarán y qué actos específicos ocurrirán o no.
2.Confianza. Las personas deben participar en juegos sadomasoquistas únicamente con aquellos que conocen bien, en quienes tienen una gran confianza y con quienes tienen una buena relación. Es conveniente señalar también que la principal característica de un dominante de calidad es que vale la pena confiar en él. Por ello, es importante siempre pensar con la cabeza y evitar caer en la trampa del exceso de confianza ya que, participar en el sadomasoquismo con extraños o con gente a la que no se conoce bien, especialmente en privado, puede ser desastroso.
Asimismo, las personas participantes deberían pasar tiempo juntas después de una sesión para discutir lo sucedido y sus sentimientos al respecto. Una señal de una buena sesión es que las personas involucradas querrían hacerlo de nuevo. Teniendo en cuenta que la primera sesión con una nueva pareja es la más probable que salga mal, es mucho más importante que una primera sesión no acabe mal que no que acabe realmente bien. Como criterio general, un buen final donde acabar una primera sesión es aquel en el que ambas personas sienten que podrían haber ido más lejos.
3.Honestidad. Al fin y al cabo, el sadomasoquismo es algo que haces con alguien, no algo que haces a alguien. Por tanto, está prohibido extorsionar o manipular el consentimiento. No debe utilizarse la presión desleal para obtenerlo. Sólo se puede aceptar el consentimiento dado libremente. Un ejemplo de consenso obtenido de forma desleal es que el dominante diga al sumiso que puede optar por no obedecer, pero que si lo hace, la relación se acaba de inmediato. El enfoque "si realmente me amas, practicarías sadomasoquismo conmigo" también es reprensible, quizá especialmente si se intenta persuadir a la otra persona de ser sumisa. Si quien dice esa frase realmente ama a la otra persona, no la trataría de una manera tan injusta y ojalá la persona chantajeada sea lo suficientemente inteligente como para darse cuenta.
Un sumiso tiene el deber moral de ofrecerse al dominante de buena fe. No debería intentar controlar la sesión poniendo límite innecesarios; debería intentar aceptar de forma genuina los deseos de su dominante, a no ser que tenga un problema o una preocupación específicos. Ahora bien, mientras el dominante siempre debe aceptar cualquier rechazo, incluso uno injustificado, también puede decidir jugar de nuevo con un sumiso problemático. Un dominante siempre tiene el deber moral de actuar con preocupación por el bienestar del sumiso. Nunca debe preguntar o pedir algo del sumiso que podría, de alguna manera, dañarle seriamente.
4.Paciencia. La paciencia es una virtud fundamental en el sadomasoquismo. Conocer bien a alguien requiere tiempo, y estar dispuesto a invertir todo el tiempo necesario para conocer bien a una persona requiere mucha paciencia. Pero la paciencia no sólo es necesaria a la hora de conocer a una persona con el fin de averiguar si es un compañero compatible para el juego sadomasoquista. La paciencia es necesaria y fundamental en el mismo juego. Es conveniente empezar más despacio que despacio, y construir más lento que lento, ya que casi nunca una persona se verá metida en problemas graves por ir demasiado despacio. Por ello es recomendable no introducir demasiadas prácticas nuevas en una sola sesión, siendo preferible introducir sólo una cosa nueva durante una sesión.
La paciencia también es fundamental para estudiar las reacciones de la otra persona, ya que cómo reaccionará alguien a la atadura erótica es una cosa, pero cómo reaccionará a la sumisión erótica es una segunda reacción diferente y, aún más, cómo lo hará al dolor erótico es una tercera.
La paciencia también es necesaria para aprender a utilizar los distintos instrumentos que se pueden usar en el sadomasoquismo y siempre es conveniente tener presente que si se quiere ser bueno utilizando dichos instrumentos, primero es conveniente ser bueno utilizando las manos.
5.Prudencia. La prudencia es otra virtud fundamental en el sadomasoquismo. Conjuntamente con la paciencia, son claves para lograr un ejercicio responsable del sadomasoquismo. Y, aunque son necesarias tanto en el dominante como en el sumiso, no hay que olvidar que la responsabilidad principal de saber qué puede hacerse con seguridad reside en el dominante. La prudencia supone tener claro que más duro o más rápido o más complicado o más caro o lo más habitual no es necesariamente mejor.
La prudencia implica tener presente que hay tres aspectos en toda actividad sadomasoquista: la actividad en sí misma (lo que se hace), la técnica (cómo se hace) y la persona que lo hace, y que puede gustar, o no, cada componente por separado. Las personas prudentes tienen claro que si tiene que salir mal, normalmente sale mal cuando están aisladas, por lo que toman las medidas oportunas para minimizar los daños en el caso de que surja algún problema. Por otra parte, los jugadores prudentes nunca mezclan sentimientos de odio y venganza con los juegos sadomasoquistas y además nunca se meten a practicar sadomasoquismo cuando al menos uno de los participantes ha bebido demasiado o está cansado, emocionalmente trastornado o bajo los efectos de cualquier tipo de droga.
El dominante prudente lo experimenta en sí mismo antes de hacérselo a alguien. El dominante prudente tiene siempre presente que cuanto más puede relajarse mental y físicamente un sumiso, más lejos puede llegar y que cuanto más excitado está el sumiso, pudiendo éste llegar a convertirse en un auténtico ido, más dolor puede soportar debido al efecto de las endorfinas.
El dominante prudente sabe que nunca debe atar a un sumiso en una posición que requiera de su ayuda para liberarse ni tampoco atar ninguna parte del cuerpo tan apretadamente que empiece a perder sensibilidad o a hormiguear, al mismo tiempo que sabe que debe permanecer siempre al lado de una persona atada tan cerca como se estaría de un niño al cargo del cual se está.
Fuente: Compartido en un grupo de Gmail de autor desconocido.
El Muro