Voy manejando mi carro por el centro de la ciudad. Suena el celular, y contesto rápidamente: es mi dueña.,al sentir su voz, pienso que debe ser urgente para que se haya dignado llamarme. Me tiene aleccionado para que cuando ella diga aló, yo reconozca su voz y le conteste: A sus pies, mi ama! De lo contrario, ella me castigará. Me excita y causa temor el pensar que se enoje conmigo, y trato siempre de no darle motivos de disgusto.
- ¡Aló, a sus pies, mi ama.!contesto.
- Mira, mi sirviente: Necesito que estés hoy en el Hotel Hilton a las 9 p.m.. Una de mis jefes viene del exterior hoy y le ofrecí un sirviente para que pase varios días sirviéndola y así olvide el stress del trabajo. Es muy importante para mí, ella es un poco mayor y mi futuro depende de que se sienta satisfecha del servidor que le voy a prestar. Obedécela en todo. No quiero quejas ni reclamos de ella , al mínimo disgusto de su parte, te castigaré y te arrepentirás. Si lo haces bien, a lo mejor te permito que me beses todo el cuerpo y me chupes donde sé que te gusta., ¿entendiste, bruto?
- Si, mi señora, le contesto, lo que Ud. ordene! Ud. dispone de mí como lo desee le contesto.
- Bueno, ya sabes, a las 9 p.m. preguntas en la recepción por la Srta. Camila Sterling, diciéndole que vas de mi parte. ¡Ahora, apúrate, que mi tiempo sí es importante!,despídete con respeto!
- A sus pies, mi señora
- OK: Chao.
Paso toda la tarde en medio de una gran expectativa, porque no imagino como puede ser esta dueña ocasional que me envía mi ama, y porque tengo miedo de fallar y no poderles cumplir. Salgo del trabajo hacia la casa, y no tengo tiempo de comer. Regreso al centro y llego al Hotel justo a las 9.55, con temor de retrasarme y ser castigado. Hay una muchacha en la recepción. me mira de arriba a abajo y me dice:
- La señorita Camila lo espera en la Suite 422.Me dejó dicho, que al llegar Ud. Lo envíe. Que entre, se siente en el living y la espere mientras ella puede salir.
Subo, entro a la suite, al encontrar la puerta abierta y llego a un pequeño recibidor con varias silla, sofá, mesa y revistas en las esquinas. Hay un ambiente de oscuridad, un solo bombillo lateral alumbra el espacio. Dos puertas separan este salón de un salón más grande en el que otras puertas deben ser habitaciones. Me siento en una de las sillas, inmóvil y espero al menos diez minutos. Luego, las puertas se abren de repente y aparece mi ama ocasional.
Camina lentamente, con mucha seguridad y altivez que se deben al hecho de sentirse hermosa y además con poder sobre las personas. Tiene el pelo largo, rojizo, una edad entre los 35 y los 40 años y una elegancia de aquellas personas acostumbradas a lo mejor. Observo en todo su cuerpo una piel suave, con pecas y vellos amarillos en las partes visibles. Viste un vestido negro y ceñido donde se observa claramente la marca de unas tangas , sin nada arriba. El vestido es corto, al agacharse se notan sus senos y al caminar observo sus rodillas redondas y hermosas. Calza zapatos de tacón altísimo con bastante facilidad a pesar de la alfombra gruesa que cubre toda la suite. Se dirige hacia mí con cara de enfado, me mira lentamente, y me ordena: ¡De pie! al mismo tiempo que bate sus palmas para reforzar la orden. No me saluda ni me hace ningún gesto de cortesía.
Me levanto un poco nervioso y asustado. ¡Acércate! su voz es delgada y delicada y no corresponde a una mujer de su edad. Parece la voz de una quinceañera mimada y caprichosa. Pero sus gestos y ademanes son muy autoritarios. No me sonríe. En su rostro se nota el hecho de saberse superior a mí y lo disfruta.
- Tu ama me ha prestado su juguete. Me ha dicho que eres un sirviente bastante entrenado, me dice, si lo hizo bien debes saber que las amas no permitimos miradas directas hacia nuestra persona. Yo no las tolero, a menos que te lo pida directamente. Eso debes saberlo. No tienes ningún derecho de observar a tu ama y menos mirarla a la cara como lo has hecho. Tu mirada cuando estés frente a mí, debe apuntar al suelo, a mis zapatos, ¿entendiste, sirvientillo? Yo sí soy estricta y parece ser que mi amiga no te ha entrenado lo suficiente. ¡Acércate más!
Me acerco otro poco más y siento su perfume, cuidando ahora sí de tener la mirada en los pies de mi ama. Siento una cachetada fuerte en una mejilla y sin reponerme de la sorpresa, otra en la otra mejilla. Las siento calientes y me arden. Todo fue inesperado.
- Ahora, arrodíllate, y me lambes los zapatos uno por uno como agradecimiento por mi trabajo de corregirte.
Me arrodillo rápidamente sintiendo todavía el ardor en mis mejillas y comienzo por su zapato derecho. Lo acerco con mi mano y veo que cometí otro error.
- No me toques, animal , ni siquiera los zapatos sin mi permiso. Debes besarlos y chuparlos como puedas, aunque yo me mueva . Ese es tu problema y más vale que lo hagas bien.
Acerco mi cara al otro zapato y comienzo mi labor aunque de verdad, los zapatos se ven relucientes. Me canso en esa posición y trato de levantarme pero eso la enfurece otra vez.
- ¡No te he dicho que te levantes, flojo y bruto! ¡Continúa hasta que yo
te lo diga!
Sigo con el otro zapato por la punta, el tacón y los lados. Ella aparta sus pierna un poco para permitirme besar la parte interna de sus zapatos entre uno y otro. Cuando está satisfecha, levanta un pie, lo apoya en mi hombro y me empuja bruscamente hacia atrás. Es repentino y caigo violentamente sobre mi espalda. Entonces, la veo sonreír. ¡Yo, la divierto, por fin! Eso me agrada porque tengo que complacerla ,no debo hacer enojar a mi ama y no quiero que me castigue. Me incorporo con la cabeza agachada, esperando que ella se dirija a mí recordando que no debo hablarle si ella no me habla primero.
- ¡Así me gusta, pedazo de esclavo! Vas aprendiendo que eres un objeto que me prestaron hoy y no tienes derecho a hablar, opinar, a moverte, ni mirarme si yo no te lo autorizo, ¿entiendes?
- Sí mi ama, entiendo.
- Quédate quieto mientras regreso, me dice, y sale hacia la cocina.
La veo de reojo regresar colocándose guantes de látex en las manos. Comienza a explorar minuciosamente mis genitales, con ojo crítico, lentes una seriedad que me cohíbe.
- Todo lo que tengo en las manos me pertenece ahora y lo voy a utilizar para divertirme y creo que lo haré cada vez que me venga en gana. Me divierte agarrar tu pequeño miembro, esclavo, me hace olvidar mis problemas de trabajo. Creo que mi amiga va a tener que cederme este esclavo cada vez que yo lo necesite, a lo mejor los fines de semana. Le preguntaré si no tiene objeciones para afeitarte todo este pelo que tienes por las bolas, no quiero que se enoje conmigo si te devuelvo así, rasurado y ella no lo desea. Ahora, mientras yo te observo te vas a desnudar, y te dejas las medias y los zapatos, ¿ok?
Pasa para el salón de la suite, me dice abriendo las puertas que dan acceso a un salón grande con un enorme ventanal encortinado desde donde se divisa un paisaje marino totalmente azulado. Me señala un sitio en el centro del salón para que cumpla su orden.
¡Vamos, hazlo ya!, dice dando otra palmada de forma impaciente. Se sienta entonces en un sofá cruzando sus bellas piernas ,apoyando los brazos detrás de la cabeza mientras me observa apreciativamente. Ven acá, me dice, como llamando un perrito para darle comida chasqueando los dedos. Yo todavía no había empezado a desnudarme un poco aturdido por sus maneras autoritarias.
¡En cuatro patas! me grita viendo que yo me acercaba de pie. Al llegar cerca de ella, se acerca agarrándome la camisa por los costados y de un tirón, la rompe botándole algunos botones, luego empieza a rasgarla con determinación hasta quitármela toda violentamente.
- ¡Fuera toda esa ropa! ¡Dame las gracias por ayudarme a desvestirte!
- Gracias , mi ama, le digo.
Abre la boca ahora, me dice mientras se quita un zapato de su pie derecho y me mete el pie totalmente hasta la garganta de un solo envión. Lo tiene un rato hasta que me siento presionado y sin aire, luego de lo cual lo saca con la misma fuerza.
- Ahora, lo vas a tomar en tus manos con delicadeza, y poco a poco vas a besar palmo a palmo todos los dedos, pasando la lengua con cuidado por las separaciones , no olvides la planta de abajo, el tobillo y tómate tu tiempo, animal, porque esos pies que tienes en las manos merecen la mejor atención de una bestia como tú.
Comienzo y durante un largo rato me concentro en chupar cada dedo que tiene uñas muy cuidadas y rojas, sintiendo un saborcito un poco salado pero agradable. Además, es un pie pequeño y bello. A la altura del tobillo tiene una cadena delgada que lo envuelve dándole un toque de gracia. Parece satisfecha observándome mientras se oye el chasquido de mi lengua. De reojo la veo recostarse en el sofá , con sus bellos ojos apuntando al techo y deja escapar un suspiro. Siento que disfruta mi trabajo y el hecho de tener totalmente humillado a sus pies a un sumiso dócil, y complaciente. Yo dentro de mí agradezco que se digne permitirme tomar sus pies, besarlos y acariciarlos. Me siento en éxtasis y quisiera que se prolongara mucho tiempo. Pasa un largo rato y voy perdiendo la noción del tiempo, porque este bello pie me excita mucho.
Luego de un rato, siento un tirón fuerte en el pelo y la vocecita acaramelada de mi ama :
- ¡Empieza con el otro ,veo que te estás emocionando!
Agarro el otro pie y empiezo a repetir mi labor, viendo que le agrada mucho y procura no demostrármelo, Al cabo de un largo rato, me ordena:
- ¡Basta ya, es suficiente. Levántate porque esas rodillas ya no te deben aguantar! Camina hasta aquella esquina y te vas quitando el pantalón y el interior, pero te colocas luego los zapatos, dándole la cara a la pared.
Me quito el pantalón, el interior y me dejo las medias luego me coloco los zapatos. Pienso que ella me verá así un poco más ridículo, desnudo totalmente, pero con medias y zapatos. Se acerca y me ordena acostarme sobre el espaldar de una silla, con las nalgas en alto y las manos apoyadas en el piso. Mis pies quedan colgando y así siento expuestas todas mis partes íntimas a su disposición.
- Para mi gusto prefiero todo esto sin pelos, ni obstáculos para poder jugar.,creo que te voy a rasurar completamente si mi amiga lo autoriza. Ahora, prepárate porque te voy a calentar esas nalgas con mis manos. Lo haré porque quiero sentir el calor y porque espero con ello demostrarte que soy una ama estricta y te voy a domesticar a mi gusto, eso me encanta. Además, serás entrenado para recibir mis azotes o palmadas aunque no
haya razón ninguna.
Al decir esto, empieza a darme fuertes palmadas en ambas nalgas alternativamente, siento el ardor y parece que a ella le gusta porque lo hace más rápido y con más fuerza cada vez. Sólo se escucha el sonido y su respiración jadeante. El ardor se mezcla en mí con una sensación de placer por saber que mi ama lo disfruta y le pertenezco por ahora. Al cabo de un rato se quita los guantes para sentir en sus manos el contacto directo con mi carne. El ardor es bastante fuerte y siento que sus golpes aumentan de intensidad a cada momento.
- Tienes unas nalgas bastante blancas: pero cuando yo termine, estarán totalmente rojas. Debes acostumbrarte a mis palmadas porque eso me divierte , me excita y me relaja, y porque es parte de tu entrenamiento como sumiso de mi propiedad.
Al decir esto, siento que aparta duramente mis nalgas con las manos ordenándome:
- Coloca tus manos una en cada nalga y las abres todo lo que puedas, manteniéndote así hasta que yo te lo ordene. ¡Ya!
Siento su orden acompañada de otra palmada. En la posición en que me encuentro y con lo adoloridas que siento mis nalgas, se me hace difícil obedecerla. Pero aún así, lo hago apartando mis nalgas todo lo que puedo. Siento cerca su respiración mientras me examina detalladamente.
- Me encanta ese huequito virgen. Desde ahora, es mío y debes saber que lo voy a acostumbrar a mis caprichos . Ahora, vas a caminar con mucho cuidado y te arrodillas aquí a mis pies porque te voy a dar unas instrucciones: ¿O.K? ¡YA!
Así lo hago, me bajo con cuidado de la incómoda posición con ardor en las nalgas y una extraña sensación en mi recto.
- Estas son mis órdenes: vas a limpiar mi cuarto. vas a tender la cama, cuidadosamente , vas a lavar minuciosamente el baño , vas a guardar la ropa que he comprado y vas a lavar mis pantaletas y sostenes. Quiero el trabajo bien hecho. Si encuentro algo que no me guste, vas a ser castigado.
Me tiende un delantal bastante femenino.,con tira para amarrar y encaje en la parte inferior.
- ¡Colócatelo!
Lo amarro a mi cintura, apenas me tapa el miembro y por supuesto, mis nalgas quedan a su vista. Eso la divierte. Se acerca, me lo agarra fuertemente y con una palmada más finaliza su inspección.
- Mi sumiso debe ser además mi mucamo y mi sirviente. Hablaré con tu ama, mi amiga, porque de ahora en adelante te voy a entrenar con mucha dedicación y vas a tener que venir bastante seguido. Tengo mucho trabajo contigo para convertirte en el sirviente que necesito. Debes aprender a leerme el pensamiento, a obedecer rápidamente cualquiera de mis órdenes,, a estar dispuesto a mis pies en posición de saludo cuando me veas, a no hablar nunca si no te lo ordeno, a cuidar de mi cuerpo cuidadosamente. Y además, a atender mis reuniones con amigas sobre negocios. Quiero exhibirte obediente , pero lo haré solamente cuando vea que estás totalmente domesticado. Luego, tomaré control total sobre tu miembro y no vas a botar ni una gota
de semen sin mi permiso.. Con el control cuidadoso que voy a llevar, sabré si me has desobedecido. De ahora en adelante, cero masturbación sin mi permiso, y mucho menos sexo con nadie a menos que yo lo autorice, entendiste, ¿tonto?
- Si, señora, como Ud. disponga.
- Ahora, de doy dos horas para que realices tus labores en mi cuarto y con mi ropa. Voy a estar en la sala examinando unos papeles de trabajo. Si escuchas una palmada, es señal de que algo se me ofrece. No quiero repetir mis instrucciones nunca, porque eso me molesta. No me importa qué estés haciendo: cuando escuches la palmada, corres donde yo esté. Y, para mí, no tienes nombre. Eres mi cosa, mi propiedad. No esperes que te llame de ninguna manera, sólo los golpes de mis manos son el sonido que debes reconocer como tu llamado, por lo menos mientras estés entrenado, domesticado y te hayas ganado tu nombre. Cuando llegue ese momento, te llamaré como me plazca...
Voy manejando mi carro por el centro de la ciudad. Suena el celular, y contesto rápidamente: es mi dueña.,al sentir su voz, pienso que debe ser urgente para que se haya dignado llamarme. Me tiene aleccionado para que cuando ella diga aló, yo reconozca su voz y le conteste: A sus pies, mi ama! De lo contrario, ella me castigará. Me excita y causa temor el pensar que se enoje conmigo, y trato siempre de no darle motivos de disgusto.
- ¡Aló, a sus pies, mi ama.!contesto.
- Mira, mi sirviente: Necesito que estés hoy en el Hotel Hilton a las 9 p.m.. Una de mis jefes viene del exterior hoy y le ofrecí un sirviente para que pase varios días sirviéndola y así olvide el stress del trabajo. Es muy importante para mí, ella es un poco mayor y mi futuro depende de que se sienta satisfecha del servidor que le voy a prestar. Obedécela en todo. No quiero quejas ni reclamos de ella , al mínimo disgusto de su parte, te castigaré y te arrepentirás. Si lo haces bien, a lo mejor te permito que me beses todo el cuerpo y me chupes donde sé que te gusta., ¿entendiste, bruto?
- Si, mi señora, le contesto, lo que Ud. ordene! Ud. dispone de mí como lo desee le contesto.
- Bueno, ya sabes, a las 9 p.m. preguntas en la recepción por la Srta. Camila Sterling, diciéndole que vas de mi parte. ¡Ahora, apúrate, que mi tiempo sí es importante!,despídete con respeto!
- A sus pies, mi señora
- OK: Chao.
Paso toda la tarde en medio de una gran expectativa, porque no imagino como puede ser esta dueña ocasional que me envía mi ama, y porque tengo miedo de fallar y no poderles cumplir. Salgo del trabajo hacia la casa, y no tengo tiempo de comer. Regreso al centro y llego al Hotel justo a las 9.55, con temor de retrasarme y ser castigado. Hay una muchacha en la recepción. me mira de arriba a abajo y me dice:
- La señorita Camila lo espera en la Suite 422.Me dejó dicho, que al llegar Ud. Lo envíe. Que entre, se siente en el living y la espere mientras ella puede salir.
Subo, entro a la suite, al encontrar la puerta abierta y llego a un pequeño recibidor con varias silla, sofá, mesa y revistas en las esquinas. Hay un ambiente de oscuridad, un solo bombillo lateral alumbra el espacio. Dos puertas separan este salón de un salón más grande en el que otras puertas deben ser habitaciones. Me siento en una de las sillas, inmóvil y espero al menos diez minutos. Luego, las puertas se abren de repente y aparece mi ama ocasional.
Camina lentamente, con mucha seguridad y altivez que se deben al hecho de sentirse hermosa y además con poder sobre las personas. Tiene el pelo largo, rojizo, una edad entre los 35 y los 40 años y una elegancia de aquellas personas acostumbradas a lo mejor. Observo en todo su cuerpo una piel suave, con pecas y vellos amarillos en las partes visibles. Viste un vestido negro y ceñido donde se observa claramente la marca de unas tangas , sin nada arriba. El vestido es corto, al agacharse se notan sus senos y al caminar observo sus rodillas redondas y hermosas. Calza zapatos de tacón altísimo con bastante facilidad a pesar de la alfombra gruesa que cubre toda la suite. Se dirige hacia mí con cara de enfado, me mira lentamente, y me ordena: ¡De pie! al mismo tiempo que bate sus palmas para reforzar la orden. No me saluda ni me hace ningún gesto de cortesía.
Me levanto un poco nervioso y asustado. ¡Acércate! su voz es delgada y delicada y no corresponde a una mujer de su edad. Parece la voz de una quinceañera mimada y caprichosa. Pero sus gestos y ademanes son muy autoritarios. No me sonríe. En su rostro se nota el hecho de saberse superior a mí y lo disfruta.
- Tu ama me ha prestado su juguete. Me ha dicho que eres un sirviente bastante entrenado, me dice, si lo hizo bien debes saber que las amas no permitimos miradas directas hacia nuestra persona. Yo no las tolero, a menos que te lo pida directamente. Eso debes saberlo. No tienes ningún derecho de observar a tu ama y menos mirarla a la cara como lo has hecho. Tu mirada cuando estés frente a mí, debe apuntar al suelo, a mis zapatos, ¿entendiste, sirvientillo? Yo sí soy estricta y parece ser que mi amiga no te ha entrenado lo suficiente. ¡Acércate más!
Me acerco otro poco más y siento su perfume, cuidando ahora sí de tener la mirada en los pies de mi ama. Siento una cachetada fuerte en una mejilla y sin reponerme de la sorpresa, otra en la otra mejilla. Las siento calientes y me arden. Todo fue inesperado.
- Ahora, arrodíllate, y me lambes los zapatos uno por uno como agradecimiento por mi trabajo de corregirte.
Me arrodillo rápidamente sintiendo todavía el ardor en mis mejillas y comienzo por su zapato derecho. Lo acerco con mi mano y veo que cometí otro error.
- No me toques, animal , ni siquiera los zapatos sin mi permiso. Debes besarlos y chuparlos como puedas, aunque yo me mueva . Ese es tu problema y más vale que lo hagas bien.
Acerco mi cara al otro zapato y comienzo mi labor aunque de verdad, los zapatos se ven relucientes. Me canso en esa posición y trato de levantarme pero eso la enfurece otra vez.
- ¡No te he dicho que te levantes, flojo y bruto! ¡Continúa hasta que yo
te lo diga!
Sigo con el otro zapato por la punta, el tacón y los lados. Ella aparta sus pierna un poco para permitirme besar la parte interna de sus zapatos entre uno y otro. Cuando está satisfecha, levanta un pie, lo apoya en mi hombro y me empuja bruscamente hacia atrás. Es repentino y caigo violentamente sobre mi espalda. Entonces, la veo sonreír. ¡Yo, la divierto, por fin! Eso me agrada porque tengo que complacerla ,no debo hacer enojar a mi ama y no quiero que me castigue. Me incorporo con la cabeza agachada, esperando que ella se dirija a mí recordando que no debo hablarle si ella no me habla primero.
- ¡Así me gusta, pedazo de esclavo! Vas aprendiendo que eres un objeto que me prestaron hoy y no tienes derecho a hablar, opinar, a moverte, ni mirarme si yo no te lo autorizo, ¿entiendes?
- Sí mi ama, entiendo.
- Quédate quieto mientras regreso, me dice, y sale hacia la cocina.
La veo de reojo regresar colocándose guantes de látex en las manos. Comienza a explorar minuciosamente mis genitales, con ojo crítico, lentes una seriedad que me cohíbe.
- Todo lo que tengo en las manos me pertenece ahora y lo voy a utilizar para divertirme y creo que lo haré cada vez que me venga en gana. Me divierte agarrar tu pequeño miembro, esclavo, me hace olvidar mis problemas de trabajo. Creo que mi amiga va a tener que cederme este esclavo cada vez que yo lo necesite, a lo mejor los fines de semana. Le preguntaré si no tiene objeciones para afeitarte todo este pelo que tienes por las bolas, no quiero que se enoje conmigo si te devuelvo así, rasurado y ella no lo desea. Ahora, mientras yo te observo te vas a desnudar, y te dejas las medias y los zapatos, ¿ok?
Pasa para el salón de la suite, me dice abriendo las puertas que dan acceso a un salón grande con un enorme ventanal encortinado desde donde se divisa un paisaje marino totalmente azulado. Me señala un sitio en el centro del salón para que cumpla su orden.
¡Vamos, hazlo ya!, dice dando otra palmada de forma impaciente. Se sienta entonces en un sofá cruzando sus bellas piernas ,apoyando los brazos detrás de la cabeza mientras me observa apreciativamente. Ven acá, me dice, como llamando un perrito para darle comida chasqueando los dedos. Yo todavía no había empezado a desnudarme un poco aturdido por sus maneras autoritarias.
¡En cuatro patas! me grita viendo que yo me acercaba de pie. Al llegar cerca de ella, se acerca agarrándome la camisa por los costados y de un tirón, la rompe botándole algunos botones, luego empieza a rasgarla con determinación hasta quitármela toda violentamente.
- ¡Fuera toda esa ropa! ¡Dame las gracias por ayudarme a desvestirte!
- Gracias , mi ama, le digo.
Abre la boca ahora, me dice mientras se quita un zapato de su pie derecho y me mete el pie totalmente hasta la garganta de un solo envión. Lo tiene un rato hasta que me siento presionado y sin aire, luego de lo cual lo saca con la misma fuerza.
- Ahora, lo vas a tomar en tus manos con delicadeza, y poco a poco vas a besar palmo a palmo todos los dedos, pasando la lengua con cuidado por las separaciones , no olvides la planta de abajo, el tobillo y tómate tu tiempo, animal, porque esos pies que tienes en las manos merecen la mejor atención de una bestia como tú.
Comienzo y durante un largo rato me concentro en chupar cada dedo que tiene uñas muy cuidadas y rojas, sintiendo un saborcito un poco salado pero agradable. Además, es un pie pequeño y bello. A la altura del tobillo tiene una cadena delgada que lo envuelve dándole un toque de gracia. Parece satisfecha observándome mientras se oye el chasquido de mi lengua. De reojo la veo recostarse en el sofá , con sus bellos ojos apuntando al techo y deja escapar un suspiro. Siento que disfruta mi trabajo y el hecho de tener totalmente humillado a sus pies a un sumiso dócil, y complaciente. Yo dentro de mí agradezco que se digne permitirme tomar sus pies, besarlos y acariciarlos. Me siento en éxtasis y quisiera que se prolongara mucho tiempo. Pasa un largo rato y voy perdiendo la noción del tiempo, porque este bello pie me excita mucho.
Luego de un rato, siento un tirón fuerte en el pelo y la vocecita acaramelada de mi ama :
- ¡Empieza con el otro ,veo que te estás emocionando!
Agarro el otro pie y empiezo a repetir mi labor, viendo que le agrada mucho y procura no demostrármelo, Al cabo de un largo rato, me ordena:
- ¡Basta ya, es suficiente. Levántate porque esas rodillas ya no te deben aguantar! Camina hasta aquella esquina y te vas quitando el pantalón y el interior, pero te colocas luego los zapatos, dándole la cara a la pared.
Me quito el pantalón, el interior y me dejo las medias luego me coloco los zapatos. Pienso que ella me verá así un poco más ridículo, desnudo totalmente, pero con medias y zapatos. Se acerca y me ordena acostarme sobre el espaldar de una silla, con las nalgas en alto y las manos apoyadas en el piso. Mis pies quedan colgando y así siento expuestas todas mis partes íntimas a su disposición.
- Para mi gusto prefiero todo esto sin pelos, ni obstáculos para poder jugar.,creo que te voy a rasurar completamente si mi amiga lo autoriza. Ahora, prepárate porque te voy a calentar esas nalgas con mis manos. Lo haré porque quiero sentir el calor y porque espero con ello demostrarte que soy una ama estricta y te voy a domesticar a mi gusto, eso me encanta. Además, serás entrenado para recibir mis azotes o palmadas aunque no
haya razón ninguna.
Al decir esto, empieza a darme fuertes palmadas en ambas nalgas alternativamente, siento el ardor y parece que a ella le gusta porque lo hace más rápido y con más fuerza cada vez. Sólo se escucha el sonido y su respiración jadeante. El ardor se mezcla en mí con una sensación de placer por saber que mi ama lo disfruta y le pertenezco por ahora. Al cabo de un rato se quita los guantes para sentir en sus manos el contacto directo con mi carne. El ardor es bastante fuerte y siento que sus golpes aumentan de intensidad a cada momento.
- Tienes unas nalgas bastante blancas: pero cuando yo termine, estarán totalmente rojas. Debes acostumbrarte a mis palmadas porque eso me divierte , me excita y me relaja, y porque es parte de tu entrenamiento como sumiso de mi propiedad.
Al decir esto, siento que aparta duramente mis nalgas con las manos ordenándome:
- Coloca tus manos una en cada nalga y las abres todo lo que puedas, manteniéndote así hasta que yo te lo ordene. ¡Ya!
Siento su orden acompañada de otra palmada. En la posición en que me encuentro y con lo adoloridas que siento mis nalgas, se me hace difícil obedecerla. Pero aún así, lo hago apartando mis nalgas todo lo que puedo. Siento cerca su respiración mientras me examina detalladamente.
- Me encanta ese huequito virgen. Desde ahora, es mío y debes saber que lo voy a acostumbrar a mis caprichos . Ahora, vas a caminar con mucho cuidado y te arrodillas aquí a mis pies porque te voy a dar unas instrucciones: ¿O.K? ¡YA!
Así lo hago, me bajo con cuidado de la incómoda posición con ardor en las nalgas y una extraña sensación en mi recto.
- Estas son mis órdenes: vas a limpiar mi cuarto. vas a tender la cama, cuidadosamente , vas a lavar minuciosamente el baño , vas a guardar la ropa que he comprado y vas a lavar mis pantaletas y sostenes. Quiero el trabajo bien hecho. Si encuentro algo que no me guste, vas a ser castigado.
Me tiende un delantal bastante femenino.,con tira para amarrar y encaje en la parte inferior.
- ¡Colócatelo!
Lo amarro a mi cintura, apenas me tapa el miembro y por supuesto, mis nalgas quedan a su vista. Eso la divierte. Se acerca, me lo agarra fuertemente y con una palmada más finaliza su inspección.
- Mi sumiso debe ser además mi mucamo y mi sirviente. Hablaré con tu ama, mi amiga, porque de ahora en adelante te voy a entrenar con mucha dedicación y vas a tener que venir bastante seguido. Tengo mucho trabajo contigo para convertirte en el sirviente que necesito. Debes aprender a leerme el pensamiento, a obedecer rápidamente cualquiera de mis órdenes,, a estar dispuesto a mis pies en posición de saludo cuando me veas, a no hablar nunca si no te lo ordeno, a cuidar de mi cuerpo cuidadosamente. Y además, a atender mis reuniones con amigas sobre negocios. Quiero exhibirte obediente , pero lo haré solamente cuando vea que estás totalmente domesticado. Luego, tomaré control total sobre tu miembro y no vas a botar ni una gota
de semen sin mi permiso.. Con el control cuidadoso que voy a llevar, sabré si me has desobedecido. De ahora en adelante, cero masturbación sin mi permiso, y mucho menos sexo con nadie a menos que yo lo autorice, entendiste, ¿tonto?
- Si, señora, como Ud. disponga.
- Ahora, de doy dos horas para que realices tus labores en mi cuarto y con mi ropa. Voy a estar en la sala examinando unos papeles de trabajo. Si escuchas una palmada, es señal de que algo se me ofrece. No quiero repetir mis instrucciones nunca, porque eso me molesta. No me importa qué estés haciendo: cuando escuches la palmada, corres donde yo esté. Y, para mí, no tienes nombre. Eres mi cosa, mi propiedad. No esperes que te llame de ninguna manera, sólo los golpes de mis manos son el sonido que debes reconocer como tu llamado, por lo menos mientras estés entrenado, domesticado y te hayas ganado tu nombre. Cuando llegue ese momento, te llamaré como me plazca...
Maria Gabriela se acerco al espejo al tiempo que daba dos palmadas al aire.En la cocina,mamona escucho la señal de una de sus Amas y salio corriendo a obedecerla.
Entro respetuosamente con la cabeza agachada y silenciosamente se coloco cerca de su Ama quien, sentada frente a su tocador, se dejo quitar las prendas, aretes,anillos,cadenas y luego, levantándose se dispuso a dejarse desnudar por su sirvienta.
Mamona estaba recién empezando su servidumbre y su nerviosismo era evidente. Habia sido contratada apenas unos días antes y se sentía inexperta y poco preparada pero con enormes deseos de estar a la altura de sus dos Amas, una de las cuales estaba ahora observándola atentamente mientras primero le quitaba la chaqueta elegante,luego la blusa, luego,cuidadosamente los zapatos rojos de tacones, agachándose para seguir con las medias, ligueros, su falda arriba de la rodilla y asi,dejarla en brasier y tanga rojos.
Deja los nervios,querida, debes aprender a servirme sin titubeos la amonesto Maria Gabriela al ver los ademanes de la cachifa algo torpes al quitarle las medias provocando que una rasgadura leve se hiciera en una de ellas.
Si,Ama, discúlpeme, no se repetirá. Acercate! Plas! Plas!Un par de cachetadas retumbo en el elegante cuarto alfombrado, con enorme ventanal hacia las colinas y edificios circundantes.
La sirvienta mas apenada que dolorida, agacho la cabeza, rojas las mejillas con dos pequeñas lagrimitas rodando y una sensación de humillación que para ella debería ser su constante en muchas situaciones similares.
Soltando la bella cabellera antes anudada, mamona trajo un cepillo y a una seña de Maria Gabriela, se dispuso a peinarla suavemente sin poder evitar observar su maduro y esbelto cuerpo solo cubierto con los rojos interiores.
Sentada ante su tocador, mirando su esclava, Maria Gabriela oculto una sonrisa de satisfacción dejándose servir mientras pensaba que había valido la pena el esfuerzo de buscarse una sirvienta sumisa y humillada para ella y su amiga Claudia Paola.
Habian entrado a varios chats, entrevistado muchos sumisos de todos tipos, muchos de ellos falsos e hipócritas buscadores de sexo hasta que por una casualidad habían leído un perfil de Facebook que encajaba perfectamente el el perfil que deseaban: Hombre maduro, muy sumiso, con deseos de dejarse feminizar, libre de ataduras y disponibilidad a tiempo completo, de cierta cultura, de buenos modales y excelente escritura y dicción.
Tuvieron que entrevistarla al comienzo por la red, en chats donde se turnaban cada una buscando defectos y virtudes hasta que supieron que seria su cachifa tal vez moldeable dado que aun no tenia un entrenamiento de acuerdo a sus exigencias.
Luego de superada la etapa virtual, le fueron enviados los pasajes a su ciudad de residencia, algo lejos de la capital y entrevistada concienzudamente en un Hotel donde ambas Amas se hicieron presentes apartando ese dia sus multiples compromisos, de manera frontal,personal,observándola en sus reacciones, su forma de expresarse, de dirigirse a ellas, con un respeto y una actitud sumisa muy naturales hasta el punto que no tuvieron necesidad de remarcarle ciertas cosas obvias como no mirarlas directamente, responder solo si era preguntada y no hacer ni decir nada sin su permiso.
Para las dos señoras fue muy obvio que estaban ante la sirvienta que ambas necesitaban.Se le dijo entonces que debería dejar sus cosas arregladas en su ciudad y a partir de dos meses luego de ese dia, seria su esclava personal a tiempo completo, y le dieron sus indicaciones.
Se le tomarían medidas para confeccionarle ropa enteramente femenina y de servidumbre, con uniformes delicados, elegantes y acorde a su piel blanca,
Se debería depilar completamente, tomar algunas clases de arreglo de cabello,uñas, masajes, y cocina.
No le faltaría nada, tendría su propio cuarto, sus uniformes y se le concedería lo primordial.Si requeria algo adicional, debería pedirlo y ellas considerarían si podrá concederse, tratando de que estuviera cómoda y tranquila y asi pudiera servirlas como deseaban.No podría manejar mas dinero del que ellas le darían para gastos de la casa.
Su única función de ahora en adelante seria aprender cada gusto y capricho de sus Amas y estar lista para complacerlas.
La desnudaron, la palparon en nalgas, genitales y pudieron comprobar que no les había mentido cuando aseguraba que nunca podría ser un hombre completo con ese miembro diminuto y eso las satisfizo ya que no querían ser molestadas sexualmente, porque con esa dotación, fácilmente podrían convertirla en una mujercita dedicada y femenina, pero enseñándola a utilizar la lengua para satisfacerlas quitándoles el stress en ocasiones.
Déjame asi, mamona, anda a prepararme el baño y acuérdate como me gusta el agua, asegúrate de ponerme a tono el jacuzzi y llévame una copa de vino, ponme algo de música suave.
Quítate el uniforme, los zapatos y ponte el hilo negro y unas zapatillas altas, por si te mojas, además de unos guantes para que me laves bien el cabello, anda estúpida, mientras le daba una palmada en el trasero levantándole la falda.
Mamona salió apresurada batallando con su emoción y con la dificultad de manejar los altos tacones ,primero hacia su cuarto y luego, en hilos, hacia el baño.
Mientras preparaba el baño su mente voló hacia los últimos meses sintiendo que las cosas estaban llegando a donde tanto había deseado,
En vez de una Ama, ahora debía servir a dos y turnándose para hacerlo bien.
Ya había servido ocasionalmente antes a varias damas,pero en esta ocasión,su sueño se cumplia: dejaba su vida atrás y se dedicaría por completo a ser una sirvienta sumisa y humillada, a tiempo completo.- Continuara