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Mi primera vez conociendo a un Dominante from Lucilu's blog

Todo empezó un día navegando en Tinder. Encontré a alguien cuya descripción me pareció atractiva; decía algo como: "¿Te interesa el BDSM o eres practicante?". Claramente, yo no era practicante, pero sí me interesaba el tema. En ese momento hicimos match, pero no me animé a escribirle; usualmente dejo que los hombres escriban primero.

Uno o dos días después, Él me escribió. Me hizo tres preguntas para filtrar: la primera era dónde vivía, la segunda cuál era mi rol, y la tercera, si me interesaba el tema. No recuerdo muy bien la última.

Él estuvo satisfecho con mis respuestas y me brindó un espacio para hablar del tema. Creo que le hice unas 20 preguntas por Tinder y, después, pasamos a Instagram. En Instagram, tal vez le hice unas 150 preguntas más. Él siempre respondía y me explicaba todo con mucha paciencia. Recuerdo que le mandé un audio y me dijo algo como:

—Si pudiera prohibirte algo, te prohibiría escribir, porque tu voz me parece muy agradable y quiero escucharla más.

Algo curioso también es que no le gustaba cómo le respondía, y me dijo:

—Lo primero que voy a tener que hacer es enseñarte a hablar de forma correcta.

Después de eso, imagino que, cansado de tantas preguntas o tal vez fascinado por mi curiosidad, me dio una orden:

—No voy a responder más hasta que acordemos una fecha y lugar para vernos.

Esa orden intenté evitarla unas dos veces. Tenía mucho miedo de renunciar o ceder mi libertad. De hecho, esos días tuve mucha ansiedad. No sabía qué hacer, ya que el tema me parecía fascinante, pero a la vez me daba miedo.

Él, muy pacientemente, me dijo que estuviera tranquila, que en cualquier momento podía decir "no" y Él lo respetaría.

Recuerdo haber leído en algún lado que debía pedir referencias, así que le pregunté:

—¿Puedo tener una referencia suya de alguna de sus otras sumisas?

Él, amablemente y sorprendido, ya que era la primera vez que alguien le pedía algo así, me dijo que sí. Le pidió a una de sus exsumisas que me contactara. Ella me escribió y hablamos un poco. Le pregunté si podía confiar en Él y me dijo que sí. También le pedí un consejo y me respondió algo como:

—Busca cosas que te interesen y hazlas con Él.

Sin más, acordamos día, hora y lugar.

Dos días antes del encuentro, Él me dijo que guardara todas mis preguntas para cuando nos viéramos. Claramente, sabía que tendría más dudas. Y, en efecto, ese día llegué con unas 30 preguntas más o menos.

El día del encuentro...

Me desperté, me bañé, me peiné, escogí mi outfit (vestido medio ajustado, chaqueta negra, tenis y un bolsito que tenía desde hace años con la imagen de un conejo sometido). Le dije que estaba lista, le envié una foto y, 45 minutos antes, pedí mi Uber. Llegué 30 minutos antes.

Obviamente, Él no había llegado. Pasó el tiempo y, 35 minutos después, apareció.

No recuerdo bien si me saludó; creo que solo dijo un simple "hola" y ya. Se sentó y me dio su primera orden:

—Quítese esa chaqueta.

A lo cual respondí que no. Me miró fijamente y repitió:

—Quítese esa chaqueta.

Esta vez, le hice caso. Procedió a inspeccionarme: me vio los brazos, las manos, la cara, las piernas… Supongo que los pechos y las nalgas no, porque estaba sentada.

Después me dijo que le hiciera las preguntas. Leí mis 30 preguntas. Una de ellas era si me iba a cambiar el nombre, a lo que respondió que sí, pero que aún no me lo diría.

La charla continuó y cada vez me sentía más tranquila. En un momento, se levantó para ir por un refresco. Al regresar, me dijo que yo sería la encargada de mantener su vaso lleno, pero que, cada vez que me levantara a rellenarlo, debía dar una vuelta antes de volver. Me pareció una estupidez. Ahora supongo que era para ver qué tan bien acataba sus órdenes.

Después de eso, procedió a leer el contrato. En él estaban las prácticas y yo debía responder "sí" o "no" a cada una. Por ejemplo:

"La sumisa está dispuesta a brindarle sexo oral a su Amo y tragarse la comida cuando Él termine. Sí o No."

Supongo que esto era para conocer mis límites y saber qué podía o no hacer conmigo.

En algún momento, me pidió mi celular para ver mis fotos. Me negué. Entonces me dijo:

—Está bien, pero vaya al baño y quítese la ropa interior.

Sin refutar, lo hice y, alegremente, se la llevé. La verdad, me parecía demasiado excitante que me diera órdenes.

Entre las preguntas, había una que decía: "¿La sumisa deja que le jalen el pelo?" Le pregunté cómo, porque claramente no quería quedar calva, jaja.

Él se levantó, tomó mi pelo, lo jaló y dijo:

—Así.

Antes de soltarme, levantó mi cabeza y me dio el primer beso. Lo recuerdo demasiado bien. Fue increíble. También hablamos de las palabras de seguridad y un montón de cosas más.

Después de eso, me preguntó:

—¿Quieres ser mi sumisa a partir de este momento?

A lo que respondí que sí.

Entonces me dijo cuál sería mi nuevo nombre: Lucía. Probablemente hice cara de disgusto. Me parecía un nombre muy común y aburrido. Le pregunté si podía cambiarlo y me dijo que, si le daba tres opciones para elegir, tal vez lo reconsideraría.

Luego de eso, me dijo:

—Ahora que eres mía, ve al baño, quítate el vestido y tómate unas tres o cuatro fotos con mi celular.

Tomé el celular y fui a hacerlo. Regresé, le di el celular y, al ver las fotos, su cara lo dijo todo. Estaba feliz con su adquisición.

Salimos del lugar y fuimos a caminar. En algún momento, el viento me despeinó y Él me preguntó:

—¿No traes una liga?

—No —respondí.

Vio un lugar medio escondido y me dijo:

—Cuando lleguemos ahí, te daré dos nalgadas por no traer una liga.

Anteriormente, me había dicho que siempre debía llevar una con Él.

Subimos al lugar, me apoyé en un árbol, levantó mi vestido y me dio mis nalgadas. Luego me giró, puso mis brazos sobre sus hombros y me hizo cerrar los ojos. Bajó la parte superior de mi vestido para ver mis pechos, los probó y luego los cubrió. Después, sin cambiar mi posición, me abrió las piernas y comenzó a masturbarme un poco.

Yo estaba empapada. La situación era demasiado excitante. Obviamente, no me dejó terminar. Luego de masturbarme, me hizo chuparle los dedos y seguimos caminando.

Antes de despedirnos, me dio una orden:

—Cuando llegues a tu casa, te bañarás y te masturbarás hasta terminar. Luego de eso, no puedes usar ropa interior hasta el día siguiente.

Acepté.

Cuando llegué a casa, le avisé. Me metí a bañar, pero no pude terminar. Tenía demasiado en la cabeza y no podía concentrarme.

Le escribí y le comenté lo que había pasado. Me hizo decirle exactamente en qué estaba pensando.

En fin, esa fue mi primera vez conociendo a un Dominante. Probablemente olvidé muchos detalles, pero, en resumen, así fue mi experiencia.


El Muro

McAlberth H
Mar 1
Interesante experiencia
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Por Lucilu
Mar 1

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