Cuando conocí a "Mamu" (apodo que le dí a mi amigo) él era todo lo contrario, siempre me preguntaba qué quería, qué me gustaba y me incitaba a que en nuestros encuentro fuera yo la que quedara satisfecha. Él me ponía arriba, no hubo ni una vez en donde lo besara y no estuviera encima de él. Gemía libremente estando debajo de mí, me ofrecía su labio cada vez para morderlo, echaba atrás su cabeza para ahorcarlo.
Me embriagaba de poder y pensé "nunca más estaré abajo"
El Muro