A la sumisa:
"Estas líneas describen una ceremonia importante en la cual te
entregas libre y voluntariamente a una persona que será tu amo por un período
del tiempo convenido. Antes de someterte debes entender que el cambio en tu
estado al de sumisa será profundo y te afectará. El contrato no puede ser roto
durante ese periodo y puede ser renovado o no a su finalización.
La sumisión no es una nueva invención; se ha practicado entre seres
humanos desde el amanecer de los tiempos. Hasta hace poco tiempo, ha sido el
hecho más notable de la vida para mucha gente. La esclavitud es humana. El
dolor y el sufrimiento son parte de la vida humana. Pueden ser evitados, es
verdad. Es tu elección. Recordad que el castigo es una forma de amor,
experimenta una voluntad que madura en la otra.
Dedicas tu mente y tu cuerpo a tu Señor y a su voluntad. No te entregas
a un ideal o ni a una causa; no lo haces ni por dinero o gloria. Hay una
semilla que empieza a crecer en ti."
Cosas necesarias para el rito:
-Una mesa de altura normal y una vela blanca sobre ella.
-Regalo de la sumisa a su Señor: algo pequeño que la sumisa elige
ofrecer porque simboliza la esencia de su sumisión.
-Collar auxiliar y cadena (no unidos)
-Azote,
fusta o toalla no muy grande
-Consolador
-Venda negra para los ojos (colocada junto a la cama)
-Vendas o cuerdas (atadas a cuatro esquinas de la cama en la
preparación)
-Flor roja (por ejemplo, un clavel) que la muchacha lleva como símbolo
de su entrega.
(Es deber de la sumisa asegurarse de que todo lo necesario está listo)
Vestido
La sumisa debe vestir con ropas donde deje claro que ella está
ofreciendo su cuerpo a su Señor y complacen su gusto. Ella debe perfumarse con
cuidado. Vestirá al amo si Él así lo desea.
Comportamiento general
La sumisa debe comportarse con humildad pero no sin ocultar sus partes
privadas a su Señor. Su voz debe ser baja pero no un susurro y ella debe
mantener la cabeza baja en una actitud de sumisión. En ningún caso puede ella
corregir a su Señor.
La ceremonia
En la mesa se fija una vela encendida sin ninguna otra luz en el cuarto.
Se coloca en frente el regalo. El Señor está quieto a un lado de la mesa, la
sumisa frente a él. Ella tiene los brazos caídos a lo largo del cuerpo y
muestra las palmas de sus manos a su Señor.
El consentimiento de la sumisa
Señor: ¿Vienes aquí de tu propia voluntad libre?
Sumisa: Sí, vengo libremente.
Señor: ¿Aceptas libremente que te someterás a mi hasta la medianoche del
día x del mes y de 200n*?
Sumisa: Sí, soy desde ahora Su esclava hasta entonces.
Señor: ¿Juras solemnemente por todas las cosas que me darás cuanto pida
totalmente, sometiéndote sin trabas a mi disfrute de ti durante ese tiempo?
Sumisa: Sí,
lo juro por todo mi Señor
Señor:
Repite estas palabras: Juro solemnemente someter a Su voluntad, mi corazón (la
sumisa toca tu pecho y toca el de su Señor), mi mente (toca su frente y la de
su Señor) y mi alma (toca sus labios y luego los de su Señor). Juro
solemnemente obedecerle inmediatamente, sin reserva y sin vacilación en lo que
me pida. Juro solemnemente parecer hermosa a Sus ojos, sonar graciosa en Sus
oídos.
(El señor levanta la barbilla de la esclava, que echa los pechos
adelante)
Señor: Soy
tu Señor.
sumisa:
Eres mi Señor.
Señor: Soy
tu Amo.
sumisa:
Eres mi Amo.
Señor: Soy tu Dueño. Eres Mi esclava. Tu cuerpo es Mío. Tu boca es Mía. Tu sexo es Mío. Sirves Mi voluntad.
Sirves Mi palabra. Sirves Mi placer.
Sumisa:
Eres mi Dueño, soy Suya, soy Su esclava. Mi cuerpo es Suyo, mi boca es Suya, mi
sexo es Suyo. Su voluntad es la mía. Sus palabras son órdenes. Sirvo
a Su placer.
(Después de esta declaración, el Señor puede dar una palmada a la sumisa
en la cara o la otra parte de su cuerpo)
Señor: Ahora que he tomado la posesión de ti para el período, llevaré tu
regalo como símbolo de todo lo que deseo gozar en ti. [El señor coge su regalo
que ella le ofrece con dos manos]. Dame tu flor, símbolo de tu sometimiento
[Ella da su flor y se arrodilla ante su Señor, con las manos a la espalda de
ella. El señor destroza la flor, pétalo por el pétalo y mira caer los pétalos].
De la misma forma que he hecho uso de esta flor, hago uso de ti. Ahora
desnúdate. [la sumisa se quita la ropa y los adornos y vuelve a arrodillarse
ante su Señor, las manos unidas detrás de ella y las piernas levemente
separadas.]
El Señor fija sus condiciones:
Señor: Viniste desnuda a mí. (El Señor pone en el cuello de la sumisa el
collar del Dominio). Lo usarás siempre que te lo ordene. (El Señor coge la
venda negra y con ella tapa la boca de la sumisa). Hablarás cuando lo ordene. Tu cuerpo está para Mi
placer. Muéstralo. [La sumisa alza sus caderas ofreciendo su sexo. El Señor
inserta si quiere el consolador en ella] Mi voluntad penetra las barreras de tu
cuerpo. Ahora póstrate ante mí.[La sumisa de rodillas pone la cabeza en el
suelo]. Soy tu Señor. No aceptarás más Señor y sólo a Mi me rogarás que te
posea. (Pone un pie sobre la espalda de ella como símbolo del derecho de
pernada)
El apareamiento
La sumisa ofrece al Señor la posibilidad de azotarla, lo cuál hace éste
o no, a Su voluntad. La sumisa elige el instrumento de azote. Tras los azotes,
el Señor pone una cadena al collar de la sumisa y la conduce al lecho. Allí le
quita la mordaza y con ella le venda los ojos. Es atada a la cama. El Señor
decide si dar o recibir placer.
Termina la ceremonia cuando la sumisa baja de la cama y se abraza a las
piernas de su señor susurrando: Eres mi señor y yo soy tu esclava.
Se hace con pleno conocimiento y libre voluntad de ambas partes.
(Ceremonia de origen australiano)
Fuente: La comunidad del calabozo.