Si algo caracteriza a la práctica BDSM es su carácter ritual. Una práctica BDSM es, en el fondo, una especie de ritual. Y los rituales siempre simbolizan algo.
La sumisión puede establecerse de una mujer hacia un hombre, de un hombre hacia una mujer o entre personas del mismo sexo.
La ceremonia de sumisión es un ritual importante dentro de la práctica BDSM. Con ella se simboliza la entrega libre y voluntaria de una persona a su Amo.
Complementos para la ceremonia de la sumisión
Para que pueda realizarse la ceremonia de sumisión se necesitan los siguientes complementos:
Una mesa.
Una vela blanca.
Un collar auxiliar.
Una cadena.
Una fusta, pala de azotar o una toalla no muy grande.
Un dildo o vibrador.
Una venda negra (para los ojos).
Unas vendas o cuerdas.
Una flor roja (un clavel o una rosa pueden servir).
Un pequeño regalo que la sumisa deberá entregar a su Amo durante la ceremonia de sumisión.
Una cama.
La futura sumisa deberá asegurarse de que todos estos complementos están preparados en el momento de iniciarse la ceremonia de la sumisión. También deberá preocuparse de ir vestida de una manera adecuada una ropa que demuestre a las claras que se está ofreciendo al Amo y que éste podrá disponer de su cuerpo de una manera sencilla.
El ritual se inicia fijando la vela encendida a la mesa. La luz desprendida por esa vela es la única que debe iluminar la escena.
Una vez encendida la vela, la sumisa coloca sobre la mesa el regalo y se coloca frente al Amo, que permanece quieto al lado de la mesa. La sumisa, frente a él, mantiene los brazos caídos a lo largo del cuerpo y muestra a su amo las palmas de sus manos.
Es entonces cuando se inicia el diálogo que se constituye en parte fundamental de la ceremonia de sumisión.
Una vez finalizado el diálogo La sumisa, en caso de que el Amo desee azotarla, es la encargada de escoger el instrumento para ejecutar dicho azote. Una vez finalizado este acto de azote (en el caso de que el Amo haya escogido ejecutarlo), el Amo pondrá una cadena al collar de la sumisa y, tirando de ella, la conducirá hasta el lecho.
La ceremonia de la sumisión finaliza cuando la sumisa, bajando de la cama y abrazándose a las piernas de su Amo, pronuncia las siguientes palabras:
ERES MI DUEÑO Y YO SOY TU EXCLAVA
El Muro